SANGRE DE DRAGO: «COMIENZAN LAS FIESTAS DEL CRISTO BAJÁNDOLO DE LA CRUZ»


Precisamente hoy. En la mañana del 9 de septiembre comienzas las fiestas del Cristo de La Laguna con este gesto sobre su imagen. Descenderlo de la Cruz y venerar su llagas. Es todo un símbolo de piedad sincera reiterado año tras año por la Esclavitud. Es un símbolo y un reproche que nos debe a todos hacer sentir incómodos. Tener al Cristo cocido a la cruz, como atado de pies y manos, puede dejarnos tranquilos, así no se mete con nosotros ni nos inquieta. Porque como dice el tradicional canto de nuestro folclore, “sus labios no se mueven”.

Bajarlo de la Cruz es un riesgo. Puede ser que nos despierte de cierta modorra institucionalizada que olvida que su imagen tiene sentido porque simboliza el extremo del amor. Puede ser que nos mande a poner en cuarentena nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y nos sugiera abandonar la comodidad y ponernos el mono de trabajo fraterno. Bajar al Cristo lagunero de su cruz es una temeridad. Y quien avisa no traiciona.

Tal vez nos limpie las lagañas de los ojos y nos invite a mirar dónde están los crucificados de nuestras calles. Porque en esta zona metropolitana de brazos abiertos al turismo extranjero y de medios académicos y comerciales de cierto buen nivel, hay crucificados silenciosos que gritan con la afonía de nuestra sordera. Hay mujeres y hombres en paro, con pensiones insuficientes, con enfermedades cargadas en soledad y con la escasa ayuda de familiares heridos por dolores ajenos. Hay hombres y mujeres que han roto sus vínculos esponsales y sufren de soledad y disgusto, haciendo extensivo su dolor en sus hijos, mayores que tienen un exceso de soledad que no pueden compartir, etc. Cruces y cruces de distintos tamaños y formas que a todos nos tocan.

Vayan ustedes a saber si al bajarlo de su cruz tiene el Cristo la capacidad de subirse a las nuestras y al verlo crucificado en las cruces ajenas nos cambia el alma y el corazón. Vayan ustedes a saber... porque recuerdo que dijo que lo que le hiciéramos a los demás se lo hacíamos a él. Y por lo que sé, suele cumplir sus palabras.

Bajarlo de su Cruz es un riesgo que debemos correr.

Nunca el individualismo será tal que no encuentre alguien dispuesto a compartir la carga ajena con la generosidad de un cirineo. Nunca habrá tanta ceguera tal entre nosotros que no encuentre algunos ojos dispuestos a mirar y descubrir dónde sigue crucificado. Y a intentar el alivio, y a inventar la solución, y a arriesgar en favor de los otros. La Laguna comienza las fiestas del Cristo bajándolo de la Cruz.

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