«FELIZ NAVIDAD»


Qué bueno es desear lo bueno. Y nada es mejor que la felicidad. Qué bueno es, pues, desear que la Navidad sea un acontecimiento vivido con felicidad. Eso les deseo, de corazón, mis queridos lectores. Una feliz Navidad. Una felicitación es siempre una caricia del alma. Un buen deseo que se comparte y en el que se encierra la esperanza de que nada enturbie o entristezca la vida de las personas felicitadas. De alguna manera es actuar como Dios, salvadas las distancias que en este caso son infinitas. Porque Dios no puede querer nada malo para nosotros. 

Un beso del alma, una sonrisa espiritual, una cadena de ternura anudada a las palabras. Eso es una felicitación y eso es lo que les deseo. Cuánta necesidad tiene el mundo de noticias buenas, de felicitaciones, de buenos deseos. La destrucción masiva que procura una simple felicitación es inmensa: destrucción total de prepotencias y orgullosos discursos que busquen enaltecer los egos de los discentes. Destructora de la tristeza que provoca el insulto serio o la simpática ironía que amella los filos de la alegría ajena. Felicidades, pues. 

Cuentan que un salvaje ejército vikingo, al trote y bien armado, con gritos de guerra que salían de gargantas enrabietadas, se detuvo y guardó silencio ante la mirada de un niño sentado en el suelo que les sonreía. Aquella sonrisa débil les recordó a todos los hijos dejados en brazos de sus madres en las aldeas desde la que salieron en busca de conquista, de sangre y victoria. Fueron derrotados por una sonrisa. Ninguno se atrevió a blandir la espada contra aquella ternura. Eso lo cuentan los cuentos de guerra que se recogen en los libros del pasado que nos gustaría leer de vez en cuando. 

Felicitar a otros es dejar que sonría el niño que llevamos dentro y que se coloca sentado frente al peligro de la dura convivencia solo vestido de debilidad. Los fuertes no sonríen. Piensan que la sonrisa les debilita y no quieren ser débiles. Sin embargo, nada es tan fuerte como una sonrisa, como una sencilla felicitación de lo que los demás hacen y son, o son y hacen. Si les felicitas les armas con una potencia que destruye toda guerra. 

Solo los humanos somos capaces de sonreír, salvados los esfuerzos miméticos que realizan los chimpancés, entre otros. Pero sonreír, sonreír, ustedes y yo. Si solo lo podemos hacer nosotros, sería un atentado al ecosistema dejar de hacerlo o impedir que otros lo hagan. Porque nuestra cara y nuestra palabra es espejo del alma. Y hay que acariciar las almas con sonrisas. 

En aquel pueblo de Palestina, dominado por el Imperio romano de Tiberio, en Belén de Judá, una mujer nazarena dio a luz a un niño a quien José puso por nombre Jesús. Envuelto en pañales y acostado en un pesebre lo encontraron los pastores en aquella noche extraña en la que los ángeles gritaron con mayor volumen que otras noches. Nunca Dios estuvo en mayor pequeñez. Y porque lo pequeño y tierno es lo más fuerte, nunca hubo más salvación que desde entonces. 

El eterno se sometió al tiempo, y el viviente asumió un cuerpo mortal. Tanto amó al mundo Él. Qué dicha y felicidad más grande que no se puede callar. 

Feliz Navidad. 

Comentarios

  1. Gracias..gracias!! Preciosa felicitación!!! Me uno con cariño al grupo deseandole a todos una Feliz Navidad!!

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