«SOMBRAS DE DRAGO» PREMATUROS

Lo bueno de nuestro periódico la Opinión de Tenerife es el profundo respeto con quienes asumimos el riesgo de poner ideas, propias o compartidas, negro sobre blanco. Lo quiero agradecer en esta ocasión. Ser agradecido es de bien nacido. Por eso, comencemos iluminando con el faro de la gratitud.

También ha sido un buen detalle iluminar, hace un par de sábados, la fachada de algunos edificios municipales con motivo del día del "prematuro". El nacimiento prematuro es un problema de salud grave. Es la principal causa de muerte en niños menores de cinco años en todo el mundo. Los bebés que nacen demasiado pronto pueden tener más problemas de salud que los bebés que nacen a su debido tiempo, y pueden enfrentar problemas de salud a largo plazo que afectan el cerebro, los pulmones, etc. El día de la prematuridad mundial, el 17 de noviembre, pretende crear conciencia sobre esta grave crisis de salud. La OMS propone pautas y recomendaciones basadas en la evidencia para ayudar a prevenir y cuidar a los bebés prematuros.

Todo tiene su tiempo. Hasta nacer exige un tiempo. No viene bien adelantar o anticipar lo que necesita un tiempo de maduración física y psicológica, antes y después de nacer. La cultura actual dominante ha asumido una vivencia del tiempo, en ocasiones, estresante. Medimos, con intención de aprovecharlo económicamente, el tiempo del que disponemos. Inevitablemente surge la prisa, como forma de cuidar y aprovechar nuestro tiempo. Es lo que se suele entender con la expresión que usamos en el lenguaje común con aquello de "Dios creó el tiempo, el ser humano la prisa". Todo tiene su tiempo y el debido respeto a los ritmos temporales viene a contribuir al adecuado desarrollo de la persona.

Pero la prematuridad se da no sólo con el nacimiento antes del tiempo de maduración debido en los meses finales del embarazo. Suele darse un apresurado afán por adelantar momentos. Adelantar el tiempo del trabajo, con la explotación infantil; adelantar el tiempo del amor, con la precipitada vivencia de experiencias sexuales antes de la madurez adecuada, y su explotación; y así, hasta adelantar la muerte antes de que la naturaleza cierre la puerta a la vida biológica, con la eutanasia. Nos precipitamos y vivimos de manera prematura.

Pero quisiera pensar en la dramática situación a la que se somete a tantas mujeres en la que, no sólo es involuntariamente prematuro el nacimiento de su hijo antes del tiempo adecuado para nacer, sino incluso el voluntario adelanto de la misma muerte de su hijo antes de su nacimiento. Soy consciente de lo polémico de esta afirmación. Pero con el mismo derecho con el que iluminamos un edificio público para ayudar a tomar conciencia de la problemática de los prematuros que no tienen voz y no pueden evitarlo sin la colaboración de la sociedad, alguien deberá darle voz a quienes no la tienen y, por no haber nacido aún, no son sujetos de derechos civiles.

Cuidemos a las madres. Desestrecemos la vida social. Procuremos una buena alimentación y una salud psicosocial adecuada para evitar que un ser humano nazca antes de tiempo. Iluminemos el mundo con estos deseos. Pero evitemos también victimizar a mujeres con la eliminación anticipada de la vida a un ser humano que, por serlo, tiene derecho a la misma. También en esto la educación y la colaboración sociales son fundamentales.

No nos deberíamos contentar con el gesto. No basta iluminar un edificio o ponerse un lazo en la solapa. Si se trata sólo de eso, acallará nuestra conciencia, pero no solucionará los problemas. Hay que ocuparse, no sólo preocuparse. La movilización ciudadano no puede reducirse a un elemento decorativo. Hacen falta compromisos reales y transformadores. En esto, como en todo. Si no, lo único que habremos hecho es gastar algunos euros en corriente eléctrica en una noche de noviembre.