SOMBRAS DE DRAGO: «Impermeables al perdón» (Diciempre 2018 II)

Acabamos el año con la apelación de muchos conciudadanos a mantener y ampliar la conocida como «prisión permanente revisable»; algo así como una cadena perpetua amortiguada por la sutileza de un lenguaje que percibe en el término “revisable” algo coherente con la pluralidad y tolerancia tan reivindicada y alejada de posturas rígidas e intolerantes. 

Hemos visto retransmitir por los medios de comunicación cómo personas rompen el cordón policial y suben la calle dispuestos a realizar lo que los judíos del siglo I hicieron con Esteban, apedrear al malo, eliminar al delincuente, convertir la venganza en el discurso social ante el mal voluntario que alguien comete.

La ley existe para ser cumplida y el delito cometido tiene consecuencias y se han de cumplir las penas con la doble finalidad de ejemplaridad y castigo que le son inherentes. Pero una sociedad no puede ser impermeable al perdón. Perdón que no es sinónimo de indulto o despenalización de los delitos. Un delito es un delito, pero el delincuente no pierde su condición de persona y, como tal, debe ser considerado y tratado por una sociedad sana y saludable.

Nos cuesta perdonar. No somos capaces de eliminar de nuestro mundo emocional la rabia, el rencor, la ira y su consecuente dolor. Vivimos doloridos entre otros motivos por nuestra incapacidad para perdonar. No disculpamos nada ni a nadie. Lo mismo gritamos al que no pone el intermitente que al que se salta un ceda el paso. El perfeccionismo pretendido nos impide reconocer que también nosotros somos seres falibles. Y viviendo de esta manera, amanecemos crispados y nos acostamos ansiosos.

No sería bueno acabar el año 2018 sin hacer una catarsis interior y un reconocimiento sabio de nuestros muchos errores en el transcurso del año que concluye. Realizar un acto interior y sincero de petición de perdón por no haber hecho lo debido o por dejar de hacer lo que era necesario. Un reconocimiento sincero de nuestra imperfección, fruto de una naturaleza vulnerable y consecuencia de una libertad imperfecta. Será la mejor manera de despertarnos al nuevo año con evidentes motivos de esperanza en que se puede mejorar. Como quien pone los pies en el fondo de la piscina y asume el realismo de su situación, y desde él se lanza hacia arriba buscando el aire que nos vuelva a llenar los pulmones. Sin diagnóstico no habrá terapia apropiada. Y solo se mejora y se crece cuando se reconoce nuestro enanismo social, cultura, y hasta espiritual.

Procuremos eliminar el delito, pero no dejemos de considerar persona al delincuente. Este principio configurador de nuestro actual sistema de prisiones que mantiene, al menos en sus principios iluminadores, el criterio de la reinserción, no puede desaparecer debajo de una manta social que entiende la cárcel como la venganza de una sociedad impermeable al perdón.

En algunas culturas, el cambio de época o la recepción de un nuevo año, se realiza con la simbología de quemar lo viejo y estrenar algo nuevo, representando el querer iniciar de nuevo un camino. El nuevo año 2019 nos debería encontrar con el corazón sanado de rencores y rabietas. Porque, tal vez, todo lo que creemos que nos han hecho, puede que sea solo lo que nosotros hemos creído que nos hicieron; lo que hemos recibido e interpretado. Y aunque haya maldad y daño, no merecemos cargar con las espinas interiores de tantos rencores. Perdonar es liberarnos de un peso que no es nuestro. Es sanar por dentro.

Hace poco escuché el testimonio relatado por un confidente que había escuchado a un juez decirle que había tenido la gracia de llorar en prisión con un preso al que tuvo que sentenciar según la ley. Aquellas lágrimas expresan comprensión, perdón y misericordia, ante el conocimiento de la verdad que nos ofrece mirar la realidad desde la periferia existencial del otro. No lo sacó de prisión, pero supo que su delito tenía dimensiones que exceden de una teórica e inexistente libertad pura.

El «… como nosotros perdonamos» es una tarea pendiente.

Juan Pedro Rivero González 
@juanpedrorivero

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