La Carta de la Semana desde "La Sangre de Drago": "SUPERHÉROES EN LUTO"

Cuando muere el creador, ¿qué le ocurre a sus criaturas? ¿Sabrán acomodarse a la soledad vital que genera su ausencia? ¿Ocupará otro su lugar? Stan Lee ha fallecido tras una larga vida, aunque la muerte siempre nos roza temprano, por mucho que aparezcan sus 95 años como una estatura envidiable. Nos referimos al creador y guionista, en la década de los sesenta, de aquellos personajes de ficción y súper héroes que entretuvieron y estimularon la infancia y adolescencia de los que, a día de hoy, superamos los cincuenta. Aunque el cine y las entregas ha hecho de aquellos salvadores de la humanidad, personajes íntergeneracionales y paradigmas culturales para una gran mayoría.

Spiderman, el increíble Hulk, los Cuatro Fantásticos, Iron Man, The X-Man o Daredevil... aparecen en el imaginario colectivo como seres mitad humanos mitad fantásticos que, asumiendo el riesgo y el sufrimiento, se ven empujados a salvar a la humanidad contra las fuerzas del mal. La destreza de dibujantes como Jack Kirby o Steve Ditko dieron movilidad a las ideas del fallecido Stan Lee. 

Tengo el recuerdo de una frase de Spiderman, en el vértice de una cornisa elevada de un edificio muy alto, en medio de una conversación con aquella joven que le había robado el corazón y con la que le resultaba imposible compartir su misión de servicio a la comunidad: "(...) un gran don lleva consigo una gran responsabilidad". 

Sin llegar a ser superhéroes, todos tenemos algún don, alguna cualidad o destreza que podemos ofrecer a los demás, a la sociedad. Todos tenemos posibilidad de ser significativos para la vida de otras personas. Nadie es inútil. Solo se es inútil cuando se pierde la capacidad de amar, mientras tanto todos encerramos dones y cualidades que pueden hacer a los demás la vida más fácil o mejor. Dones que no hemos comprado ni hemos adquirido sin ayuda de otros. Pero dones, en definitiva, que no estaría bien que se esfumaran a nuestros 95 imaginarios años. 

Es evocadora la muerte de Stan Lee. Al menos para mí, su desaparición sugiere la existencia de un ejército inmenso de superhéroes y de superheroínas que sostienen la vida social sin que aparezcan en cómic alguno. Muejeres y hombres que arriesgan para crear espacios de bondad en su entorno donde otros se abriguen e integren en el ámbito de lo común. Sin poderes especiales han sostenido la sociedad:

Ancianos que sentados en una residencia o en la soledad de su casa tuvieron la valentía de trabajar en plataneras, andamios, muelles o carreteras, alegrándose de que sus hijos alcanzarán carreras universitarias y se integraran en una vida mejor que la que ellos tuvieron. Mujeres coraje que sostuvieron la vida familiar en la ausencia de un padre emigrante con lo que eso supone para la vida conyugal. Verdaderos héroes anónimos y, tal vez, olvidados que han perdido la memoria asumiendo la responsabilidad de una vida dada responsablemente. Héroes que han sostenido a los suyos con su pensión y sus bienes en los malos años pasados.

Siento decirles que los súper héroes de los comic y las pelis no existen. Nunca existieron. Los imaginamos y nos sentimos empujados por sus especiales dones a poner en juego los nuestros. Pero no, no existieron.

Lo que sí existió fue un número increíble de hermosas personas que supieron perder para que otros ganáramos. Que hicieron de su vida un don para los demás. A esos héroes de la vida común quiero recordar al sentir el humano pesar de la muerte del creador de los superhéroes de nuestros cómics. Es lo que el papa Francisco llama "los santos de la puerta de enfrente".

Juan Pedro Rivero González
@juanpedrorivero


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