La Carta de la semana (3/8/2918): "EL PODER DE UNA LLAVE"

Es pequeña en su realidad material, pero como símbolo y como realizad es poderosa.

Hace unos años me comentó don Felipe, el Obispo que presidió nuestra Iglesia la última década del siglo XX y los primeros años de XXI que tuviera cuidado con aquellas personas a las que le dada la llave, pues "en ocasiones ese gesto de confianza se puede convertir en una condena tanto para quien la da como para quien la recibe". No le faltaba razón. A veces tener la llave de algo nos tienta de considerarnos dueños, poderosos, etc. Y eso, sin duda, es una condena.

Una llave garantiza que la puerta está verdaderamente cerrada. Una llave es un elemento de seguridad, de propiedad, de dominio. La llave la tiene el dueño, el propietario, el administrador. Quien la tienen abre y cierra. De alguna manera gestiona el uso de la realidad. 

Insiste mucho nuestro Papa en una Iglesia de "puertas abiertas". Porque por las puertas abiertas se entra y se sale con facilidad. Posibilita la acogida de las personas que necesitan del Señor, y se sale en busca de quién lo necesita. Una iglesia de puertas cerradas no es la Iglesia instituida por Jesús. Son necesarias las llaves, pero como un servicio, no como un poder burócrata que se convierte en muro, en obstáculo, en medio de limitación. Las llaves son para abrir, además de para cerrar. Abrir la puerta para que entre un pueblo que busca al Señor y que necesita salvación. 

A san Pedro se le suele representar iconográficamente con unas llaves en su mano. "Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo, lo que desates quedará desatado en el Cielo". Me gusta entender que tenemos como misión abrir el Cielo a la humanidad colaborando en la misión de Jesús. Me gusta imaginar que las llaves de san Pedro no son un impedimento a la felicidad, sino una posibilidad de bien para la humanidad. 

No estoy diciendo que no haya juicio y que nuestras acciones no tengan responsabilidad. Eso no es justo con la naturaleza libre del ser humano. Lo que estoy diciendo es que las llaves del Cielo existen y abren el corazón divino. 

Todos tenemos alguna llave en el bolsillo. A veces más de una. No nos sintamos dueños, sino servidores.

Juan Pedro Rivero González
@juanpedrorivero


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