La Carta de la Semana (30/11/2016): "LOS MISERABLES"


La inmensa mayoría conocemos el musical que lleva el título “Los Miserables”, pero no todos hemos tenido la oportunidad de leer la novela de Víctor Hugo de la que el famoso musical es una adaptación. Haberlo leído en las últimas semanas del recién clausurado Año de la Misericordia ha supuesto un reencuentro, no sólo con un clásico de la literatura universal, sino con una oportunidad de comprender mejor a la sociedad y a las personas. Ha sido una experiencia extraordinaria.

Me parece que ningún universitario debería recibir el título acreditativo de sus estudios e introducirse en el mercado laboral sin haber nadado durante quince días por las páginas de esta extraordinaria novela. Especialmente pienso en aquellos que tienen la responsabilidad de juzgar o defender a las personas acusadas de delitos cometidos o supuestamente cometidos. Una lectura de inestimable valor y oportuna para descubrir que es muy difícil reconocer a las personas por sus obras, o suponer la identidad de alguien por los errores que cometen. Difícil siempre este reconocimiento y, inadecuado casi siempre el juicio. Detrás de lo que observamos hay más de lo que vemos. Y difícilmente conocemos todo cuando nos atrevemos a realizar un juicio sobre alguien.

Dicho lo cual, y agradecido a Dios por haberme regalado esta oportunidad, me siento especialmente alegre por la actitud del Papa Francisco de no cerrar el Año de la Misericordia dejándonos como estábamos antes de su comienzo. Es como si no quisiera que se cerrara el paréntesis. Como si nos dijera que no había paréntesis, sino que es precisamente ahora cuando comienza la Misericordia como actitud permanente en nuestra vida. Y, como me he visto miserable, agradezco la misericordia permanente en la vida en sociedad.

Si no queremos errar el tiro, debemos evitar el juicio. Y, de hacerlo, debemos apuntar por la mirilla de la misericordia. Esta sería la mejor luminaria encendida en nuestra sociedad en estos días que preparan la Navidad. Porque Alguien tuvo misericordia infinita y nos hizo el mejor de los regalos al dejarnos ver su rostro.

Un presidiario puede convertirse en el mejor alcalde. Jean Valjean puede ser el Ilmo. Sr. Magdalena. Eso es un grito de esperanza. Y el Adviento es Esperanza.

Feliz Adviento.

Comentarios

  1. Muy buen artículo, D.Juan Pedro "Los niños son niños, pero no son tontos...". Un abrazo y que ¡Dios le guarde!

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