Recordaba la respuesta que le dio el Papa Francisco a un periodista que, no hace un mes, le preguntó por dónde y cuándo iba a tomarse sus vacaciones. La respuesta es muy interesante. “Me gusta lo que hago. Estoy contento aquí. Voy a seguir aquí. Tendré más tiempo para rezar y para leer. Estoy contento con lo que hago”. Estas pocas frases nos dibujan la importancia que adquiere vivir haciendo lo que nos agrada, o vivir con agrado haciendo lo que debemos. Hacer lo que debemos hacer contentos. Se necesitará descansar, evidentemente, pero no hace falta desconectar de lo que nos pone contentos. Vivir contentos. ¡Qué importante es vivir contentos! Bendito este estrés bueno.
Es cierto que no siempre podremos hacer lo que nos gusta, o hacer siempre lo que nos apetece. Eso es otra cosa: habla de gusto o de apetencia. Pero creo que sí podemos hacerlo todo contentos. Porque esa alegría -ese contento- no nace de lo que hacemos, sino de ese otro espacio interior, en el que podemos trabajar las motivaciones, las razones, los motivos por los que hacemos las cosas. La motivación es esa palanca que es capaz de mover el mundo. Si le pudiéramos preguntar a la Madre Teresa su nivel de estrés al cuidar y acompañar a bien morir a los desahuciados de la existencia en Calcuta, tal vez nos sorprendería la posibilidad de vivir contenta haciendo más de lo que podía. Cuando una actriz de cine le comentó que ella no haría lo que le veía hacer ni por cien millones de dólares, la Madre Teresa le respondió que ella tampoco. Hay cosas que se hacen por otros motivos.
En una sociedad enloquecida por la prisa y tantas tareas, qué bien volver a oír al Maestro reprender a Marta: “(…) andas nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte y nadie se la quitará”. (Lc 10, 41)
Lo demás vendrá por añadidura.
Entrañable Carta ¡Muy Buena! Admiro su prosa elegante y capacidad de síntesis. ¡Qué Dios los guarde!Feliz y santo fin de semana. Un abrazo.
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