La Carta de la Semana (07/07/2016): "LA VERDADERA MEMORIA HISTÓRICA"


Lo hemos oído con frecuencia: creación de comisiones para la “memoria histórica”, aptas para no dejar en el olvido aquellos crímenes que se han cometido y que han quedado impunes, a la vez que ofrecer a los familiares de las víctimas las medidas oportunas que restañen las pérdidas de sus seres queridos. Estas medidas pretenden no sólo rescatar del olvido la injusticia, sino purificar y sanar las heridas que el pasado mantiene abiertas en el presente. No estoy seguro que se consiga del todo que esta pretendida buena intención genere la salud que necesita, con el perdón y la reconciliación, restañar aquellas viejas heridas. No se trata sólo de volver al pasado con ánimo de generar justicia, sino de construir un presente reconciliado con su pasado. Y esto es harina de otro costal.

En el pasado no sólo ha habido destrucción y mal, también ha habido dicha y bien. Una verdadera comisión para salvar la memoria histórica del pasado no debería sólo dedicar su esfuerzo a descubrir el mal y el daño causado por unas personas a otras personas, sino sacar también a la luz la belleza de la vida de tantos seres humanos anónimos que han posibilitado nuestro presente. Si no es así, no es verdaderamente histórica la comisión, sino sesgada búsqueda del ojo débil para meterle el dedo de la venganza. La luz y las tinieblas se entremezclan de tal modo que, por justicia con la verdad, no podemos tintar el pasado con un monocolor que nos rompa la concordia necesaria en el presente. Es más, si de salvar se tratara, siempre será mejor salvar la memoria de aquellos testigos de una solidaridad fraterna que muestran un camino pedagógico para la fraternidad del presente.

La semana pasada hemos visto un encuentro extraordinario en la ciudad del Vaticano: dos ancianos vestidos de blanco se saludaban haciendo memoria agradecida del pasado reciente. Y el abrazo del papa Francisco y del emérito Benedicto XVI fue tan real que se convirtió en un acontecimiento para la fraternidad presente de la comunidad de los discípulos de Jesús. Las diferencias son riquezas, que aumentan el bien y la belleza. Una fraterna riqueza que hace de la fidelidad y de la lealtad bandera de identidad. Es lo que hacemos cuando recordamos los mártires y santos del pasado: no se busca generar venganzas dormidas por injusticias pasadas, sino reconocer la bondad que ha quedado enterrada en la cuneta de la historia.

Si la historia es, y debe ser siempre, maestra del presente, su magisterio debe ser siempre salvador, sanador, reconciliador, constructivo… Una historia que nos lleve a repetir los errores del pasado es mala maestra. Y lo que Dios pone en nuestras manos para vivirla con libertad es, sobre todo, el presente. 

Sólo tenemos presente, y éste, esperanzado.

Comentarios

  1. Cuando hay perdón de verdad no hay viejas heridas por ejemplo un terrorista mata a muchas gentes, hay mucho dolor, pero si ama a Dios todo se olvida por amor a Dios y ese dolor se une a la pasión de Jesús se convierte en purificación. PAZ Y BIEN.

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  2. Excelente artículo y caritativa en manera de pensar, D.Juan Pedro. [...]"su magisterio debe ser siempre salvador, sanador, reconciliador, constructivo… Una historia que nos lleve a repetir los errores del pasado es mala maestra: magistral y apasionante. Un abrazo.

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