La Carta de la Semana (31/03/2016): "DEL LUTO VIRTUAL A LA MISERICORDIA QUE DUELE"


En estos días le he escuchado a un amigo hablar del “luto virtual”. Esta expresión hace referencia a las manifestaciones de desagrado y dolor con las que se han llenado las redes sociales ante las noticias de los últimos atentados en París y Bruselas. Una bandera como filtro en el perfil, un cartel indicando “yo soy París…”, etc., han llenado las redes. El luto virtual hace referencia a un aparente dolor que se imagina más que se siente. Un desagrado porque, de alguna forma, toca decirlo o es políticamente lo más correcto. Pero que no afecta a la vida corriente y moliente de cada día.

Un duelo afecta a las personas. Le cambia sus planes y modifica hasta su descanso. Pero las redes sociales sólo nos lo manifiestas superficialmente. Hay una realidad sociológica nueva ante la inmediatez de las noticias dramáticas que nos vacunan ante el dolor ajeno. Nos duele, pero no nos duele como cuando toca en casa la noticia luctuosa. Nos apena, pero pasamos al siguiente post casi inmediatamente. Es una noticia desagradable, pero seguimos con nuestra vida normalmente. Una conversación, un breve comentario. Un luto virtual.

La misericordia es el amor en traje de faena. Se implica. Nos implica. Por eso, a mi parecer, la misericordia no es compatible con esta dinámica virtual que van adquiriendo las noticias de muertes por atentados terroristas que vamos conociendo. Antes de ayer en Paría, hoy en Bruselas, mañana en Pakistán… Y pasamos la página en esta lectura novelada del acontecer diario. Nos tiene que afectar y nos tiene que implicar.

Una sociedad internacional tan insensible que le cierre las fronteras a los refugiados que huyen de conflictos bélicos, es una sociedad a la que le viene bien este tipo de duelo virtual. Si consideráramos verdaderamente hermanos a quienes sufren el desarraigo de tener que dejar casa y patria, la actitud sería del todo diferente. Y no vale la escusa fácil de la admisión de terroristas de incógnito en los grupos de refugiados. Nos tienen controlados las 24 h de cada día a todos los occidentales, ¿y nos vamos a creer que se les puede escapar ese dato? Yo, al menos, no me lo creo.

Nuestra insolidaridad es nuestro peor enemigo. Porque se tiene con el de fuera y se tiene con el de dentro. Una Europa sin corazón no es capaz de misericordia. Es contrario a su misma etimología. Por eso, nos contentamos con la banderita en el perfil y, a otra cosa mariposa.

La misericordia es la forma definitiva de la justicia. Por eso duele. Ha de doler. Lo demás, ñoñería virtual.

Comentarios

  1. Excelente artículo, D.Juan Pedro ¡que razón tiene! Estamos perdiendo la sensibilidad, puesto que hasta el amor es virtual. Desde este pueblo que le llaman Las Palmas de G.C. Un abraz y que Dios lo guarde.

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