La Carta de la Semana (22/10/2015): "SONRÍA, POR FAVOR"


Desde cualquier punto de vista desde el que podamos analizar el tema, sonreír es un bien tanto para quien se expresa así, como para quienes le contemplan. Los beneficios respecto al sistema inmunológico, al bienestar personal y a la felicidad nos lo ha explicado suficientemente la psicología positiva. Pero más allá de esos beneficios personales, la sonrisa nos ofrece un claro y contundente beneficio social. Un mundo donde faltan sonrisas es tan poco atrayente que no sería de interés habitarlo largo tiempo.

Pudiéramos hacer, permítaseme la jocosa alucinación, un proyecto conjunto de desarrollo social de la sonrisa. Declarar la sonrisa como bien de interés cultural y social. Establecer un ciclo internacional de cine que genere la valoración del hecho humano de la sonrisa. Incrementar la deducción en el IRPF a aquellos trabajadores que sonrían al saludar por la mañana o al cambiar el turno por la tarde. Incorporar la terapia de la sonrisa en las relaciones interpersonales como estrategia. Desarrollar una unidad curricular en el Sistema de Educación en torno al hecho multidisciplinar de la sonrisa. Solicitar, ofreciéndoles beneficios fiscales, a las compañías desarrolladoras de app la eliminación de emoticonos que no contengan una sonrisa. Establecer un sello de calidad en aquellos establecimientos y servicios en los que los empleados y dependientes mantengan una sonrisa al atender a los clientes: un taller, una farmacia, una óptica, un supermercado, etc., con sello de establecimiento generador de sonrisa.

¿Ilusión? ¿Necesidad? Hacen falta caras que traduzcan en sonrisa el grito de que está siendo importante la vida, que vale la pena haber aparecido en la historia, que existe motivo para la esperanza. Hace mucha falta.

No hace mucho que Francisco nos criticaba a los cristianos que andamos por la calle con cara de viernes santo, de “pepinillos en vinagre”, decía él. Y es cierto. Nos hemos convencido que realizar cosas importantes y tomar decisiones fundamentales sólo se puede hacer con cara de entristecido o de enfadado. Nos hemos olvidado que en el rostro de un bebé lo más elocuente se llama sonrisa y que, de ordinario, ésta surge en respuesta espontanea a la sonrisa de sus progenitores. 

Sonría, por favor.

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