La Carta de la Semana (30/07/2015): "CIUDADANÍA ECOLÓGICA"


Me comentaba un compañero, no sin cierto grado de ironía, lo que un imaginario profesor le diría a los padres al finalizar el curso: “Con mucho cariño, les entregamos a sus hijos, su más preciado tesoro, para que estén con ustedes 24 horas al día, durante los próximos dos meses”. Imaginamos la respuesta estresada de aquellos a quienes se les devuelve íntegro el regalo. Durante el verano también hemos de darle protagonismo a la educación y, durante el verano, especialmente por adquirir la familia un protagonismo especial -debe ser durante todo el año- la educación puede mejorar exponencialmente. ¿O será verdad que después del verano regresan los chicos al colegio peor que cómo salieron? No puede ser. No es, sin duda…

Hay una dimensión de la educación que se adquiere sobre todo en la familia. La educación medioambiental necesita familias ecológicas, ambientes ecológicos y, por supuesto, una ciudadanía ecológica. No hace mucho leí que esta educación medioambiental, llamada a crear una “ciudadanía ecológica”, a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La exis­tencia de leyes y normas no es suficiente, a largo plazo, para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a par­tir de motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal. Y aquí, o la familia o nada.

El Papa Francisco lo subraya de manera magistral: “Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida. Pero quiero destacar la importancia central de la fa­milia, porque es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de ma­nera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano”. (Laudato Si, 213) O nos ponemos las pilas en la familia y nos comprometemos a construir entre todos virtudes de ciudadanos ecológicos, o por más que surjan documentos y cumbres mundiales de países, nada cambiará. 

Familias ecológicas para una ciudadanía ecológica. Que Dios nos ayude.

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