La Carta de la Semana (23/07/2015): "ECOLOGÍA INTEGRAL"


Una de las experiencias más oportunas que podemos tener en estos meses de verano, de vacaciones para algunos, es contemplar la naturaleza, sea en las costas de nuestras islas o en los montes de nuestras cumbres. Contemplar y, ojalá, asombrarnos de su belleza. Cuando perdemos la capacidad de asombro ante lo que nos rodea, somos peligrosos.

Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin una apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. Así se expresa Francisco en el número 11 de su encíclica Laudato Si. El estupor ante lo que contemplamos, ante su maravilla. La mirada del asombro.

Esta actitud va más allá de la naturaleza inanimada y animada. Esta actitud alcanza también a la naturaleza humana, a la asombrosa condición de nuestra condición inteligente y libre, a nuestra capacidad de amar y ser amados, a nuestra asombrosa capacidad de compasión que nos sitúa a otro nivel en la escala evolutiva. Sin ecología de lo humano no hay ecología verdadera.

Por eso, tengo para mí, la indiferencia que padecemos culturalmente nos hace peligrosos. Esa indiferencia que nos impide el asombro, sea de lo bello sea de lo feo. Ni nos conmueve lo extraordinario por la vía del bien ni por la vía del mal. Nos acostumbramos a las malas noticias de tal manera que no nos asombra, casi, que un adolescente de apenas 10 años, cuchillo en mano, degüelle a un militar irakí ante una cámara. Una sociedad anestesiada por el dominio del consumismo nos incapacita para el estupor necesario en una ecología integral.

Pero esa insensible actitud no está solo lejos, en el Oriente Medio. También entre nosotros, a poca distancia de nuestra casa, pueden estarse degollando a seres humanos ante nuestra impasible actitud adormecida, para la que ni la vida humana más débil -por no nacida- genera estupor y asombro alguno.

La ecología será integral si nos incorpora a los humanos. Cuidar, proteger, apoyar, etc., la naturaleza ha de incluir, para que sea integral, la naturaleza humana. Una sociedad que no proteja la vida humana, nunca será una sociedad verdaderamente ecológica. 

Dirá que es "verde", pero no integralmente ecológica.

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