La Carta de la Semana (19/02/2015): "POLVO Y CENIZA"


Son cositas evidentes que hace falta que se nos recuerden de vez en cuando para no perder la lucidez ni dejarnos encandilar por la irrealidad de algunos deseos. Tan presentes y evidentes son que la damos por supuesto de tal manera que nos disgusta incorporarlas al plan de nuestras vidas. Es lo único seguro y, sin embargo, es lo que menos tenemos en cuenta a la hora de organizar nuestras cosas y nuestros tiempos. Es más, si a alguno se le ocurre hablar de ello, como quien ahora escribe, suele sufrir el reproche espontáneo del oyente o del lector: “qué mal gusto”; o, quitándole hierro e intentando posponer el tema: “no estropees el momento”.

Es un verbo que, aunque yace en el diccionario y actúan en nuestro lenguaje, no nos gusta conjugar. Y, de hacerlo, lo hacemos en tercera persona, como si allí, en ese ámbito alejadillo de nuestra realidad, pudiera quedarse anclado sin salpicarnos con su peligrosa verdad. Y nada tan falso. Nuestra edad nos lo recuerda intermitentemente, en la misma proporción en la que se aproxima a nuestro yo su dinámica y su conjugación. Tarde o temprano “´tú”; al final, aunque no quiera, “yo”.

El miércoles de Ceniza comenzábamos el tiempo de Cuaresma. Y se llama así este miércoles por el gesto sencillo con el que se manchan nuestras cabezas, nuestra frente: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Sí, así de poquedad y miseria acaban las ínfulas del orgullo insaciable de todos. Así, de sencillo. Polvo y ceniza. El final de nuestro esfuerzo estético y nuestro arrebato vital iluso de permanencia, habrá un frasco de polvo y ceniza.

Me costó entender qué significaba el hecho de ver en la mesa de estudio de sabios del pasado, que los cuadros que les representaban incorporaran siempre, junto al tintero y la lámpara, un cráneo humano. Pues eso, polvo y ceniza. Lo que contemplamos hoy como espléndido edificio, no lo duden, tarde o temprano no quedará de él piedra sobre piedra. Jesús lo dijo del templo de Jerusalén, pero lo podemos aplicar a cualquier realidad humana existente. Todo concluye. Y nos viene bien que nos lo recuerden de vez en cuando. Polvo y ceniza.

Comentarios

  1. Muy buen artículo, D. Juan Pedro y muy apropiado en estas fiestas. Incluso a los que creemos que, "La muerte no es el final", es oportuno que se nos recuerde, de vez en cuando, el "transito" y "las direcciones". Mil gracias y un abrazo

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