La Carta de la Semana (20/11/2014): "MÍSTICA Y COMPROMISO SOCIAL"


O somos de izquierdas o somos de derecha. Esta es la cuestión. Cuestión más bien irreflexiva porque la realidad es empecinadamente contraria a dejarse encerrar tras vallado ideológico. No es así de sencillo. Las tonalidades del horizonte social son mucho más variadas.

O eres, en otro sentido, un místico que vive pendiente del misterio de lo sobrenatural, o eres un altruista comprometido con el progreso social. Y esta situación, aparentemente tan exacta, vuelve a ser irreal por la propia naturaleza de las realidades que se pretenden distinguir. Precisamente en este caso es más obvio que no se pueden separar los compromisos sociales de los fundamentos que lo hacen posible. El sentido de la realidad alimenta el compromiso a favor de la realidad. De lo contrario, el compromiso durará lo que dure la inercia del entusiasmo.

Ya Jesús nos dibujó en nuestro paradigma ético la complementaria necesidad de usar las dos alas del amor: a Dios y al prójimo como a uno mismo. Y sin verticalidad mística el horizonte se reduce absolutamente a la medida de nuestra mirada. Y sin un horizonte comprometido, la verticalidad es una huidiza actitud desencarnada. Qué bien lo plasmó San Benito en su regla de vida: “Ora et labora”.

Si algo mueve la historia, cuando se terminan de seleccionar las lentejas económicas y financieras, es el amor. Porque a la postre es el denominador común de nuestra condición humana: anhelo claro y fecundo de lo que llena el corazón humano. Si algo se echa de menos cuando se tiene de todo es calor en el corazón.

La Universidad de La Laguna y el Instituto Superior de Teología nos ofrecerán la próxima semana unas jornadas de reflexión y estudio sobre la mística y el compromiso social. No perdamos la ocasión de resituar las cosas ajsutadamente. Y que esa oportunidad amplíe nuestros horizontes en esa doble dirección: horizontal y vertical. Hace 500 años que una mujer -Teresa de Ávila- nos mostraba la coherencia de esta mutua relación.

Comentarios

  1. Una carta sencilla y profunda a la vez, don Juan Pedro, para llevar a la oración. Así debe ser: “Ora et labora”; con los pies en el suelo y la mente en presencia de Dios: poner al Señor en medio de todas las realidades humanas (en el taller, en el aula, en el parlamento, en el quirófano, en las horas de estudio…) y por amor a Él, amar y servir a todos los demás. Encomiendo esas jornadas de reflexión y estudio. Muchas gracias y un abrazo

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