Desde la Palabra (12/10/2014): “LA MESA PREPARADA…”


“La mesa está preparada…”. Esta es la expresión que se repite hoy tanto en la lectura del profeta Isaías como en la proclamación del Evangelio. Una analogía que vincula la obra de Dios a favor de la humanidad como un banquete de fiesta, como una comida de bodas, como una experiencia de gozo compartido en torno a una mesa. Rememora aquellas experiencias en las que los niños se entretienen jugando hasta que la voz de la madre suena desde la cocina: “Vamos, chicos, la mesa está preparada…”, y todos salen corriendo y se sientan alrededor de la mesa de la comida. Dios nos ha preparado la mesa, nos ha sentado en ella y nos sirve. ¡Qué sorpresa! Dios nos sirve…

Quedémonos con esta realidad que surge espontáneamente de la liturgia de la Palabra de este domingo. Y reconozcamos la importancia de la Eucaristía que celebramos, esta mesa del Señor, este banquete de fraternidad, esta comida en la que Dios nos sirve y se nos da como alimento de comunión para fortalecer nuestra vida cristiana, como anticipo del banquete eterno aquí, en la historia, en nuestro momento histórico concreto. La Eucaristía es la mesa de nuestra salvación.

Queremos valorar, celebrar y anunciar el encuentro con Cristo que supone la Misa:

1.- Valorar la misa: Vale lo que no pensamos. Vale una misa lo que vale Dios. No tiene precio, tiene valor infinito. Tiene valor para los vivos y para los muertos. Vale, hermanos. Podemos hacer muchas cosas a lo largo de un día, muchas, pero nada vale lo que vale celebrar una misa.

2.- Celebrar la misa: Celebrarla con frecuencia, al menos el día del Señor o el domingo. Aprovechar ese acontecimiento reiterado, incruento, en el que Jesús nos permite ser protagonistas y testigos de la Pascua salvadora. Celebrarla con todas las palabras, con la alegría de un deseo de encontrarnos con el amor mayor jamás imaginado que se ha aparecido en el rostro humanos del Verbo encarnado.

3.- Anunciar el amor de Cristo que hemos recibido en la Misa: Y anunciar la salvación. Nos ha tocado en suerte una sorpresa histórica que hemos conocido y en la que hemos entrado en comunión. ¡Cómo callar y no decir que en la Eucaristía está el amor de los amores! ¡Cómo decir que nadie nos quiere cuando Jesús está presente latiendo de amor por cada uno de nosotros en la Eucaristía!

Valorar, celebrar, anunciar…

Únanse a esta oración sencilla, a Jesús, cabeza de la Iglesia, presente entre nosotros, que hoy se nos ofrece y da en esta Eucaristía:

“Señor, muchas gracias por regalarnos a tu Madre desde lo alto de la cruz. Gracias por darnos esta madre sencilla y preocupada que se deshace en cuidados y atenciones intercesoras por nosotros. Gracias Jesús por dejarnos tu presencia en la Eucaristía y concedernos la gracia de poder participar en ella, bien comulgando, bien deseando comulgar si no lo podemos hacer físicamente. Queremos valorar este regalo, este corazón eclesial que es la Misa. Queremos celebrar con dignidad este sacramento, cumbre y fuente de la vida cristiana y de nuestra espiritualidad de discípulos misioneros, queremos anunciar con gozo el infinito amor que nos demuestras cada vez que hacemos esto en memoria tuya".

Santa María, Madre y Señora del Rosario. Ruega por nosotros.

Comentarios