La Carta de la Semana (05/06/2014): "PAN Y FÚTBOL"


Si las cosas no terminan de ir bien, siempre quedará Brasil. Porque en el conjunto de los medios de comunicación ocupan muchísimo más espacio la lista de convocados para la selección española que cualquier otro asunto social, cultural, económico o político que consideremos relevante. No estoy en contra del futbol, bien lo saben los lectores que me siguen, pero cuando el entretenimiento ahoga la vida y nos hace olvidar los asuntos graves que nos afectan, nos recuerda aquel adagio clásico de “Pan y Circo” como centro de las preocupaciones de un Imperio Romano decadente.

Y recientemente nos ha llegado el eco sonoro de que es posible conjugar el verbo poder en primera persona del plural. Es cierta nuestra capacidad, nuestra posibilidad, nuestro poder colectivo. Cuántas veces hemos aparcado las iniciativas en el parquin de la gestión pública suponiendo que “ellos lo resolverán”. Y se aparca el compromiso y la solidaridad en las terrazas del entretenimiento que domestica los problemas. ¿Cómo es posible que el Papa diga a los periodistas en el vuelo de regreso del reciente viaje a Palestina e Israel que está preocupado por el problema del paro juvenil en España que supera el 50 % y el eco mediático entre nosotros haya sido tan insignificante? El drama se ahoga con los nombres de los seleccionados y entretenemos la tertulia analizando el motivo de los descartes. Pan y Fútbol.

¿Una sociedad preocupada por el futuro es aquella que tiene un índice de participación en las elecciones europeas inferior al 50 %? Yo creo que no. Y nos debe preocupar el nivel de individualismo social en el que nadamos -o en el que nos ahogamos-. El trapiche, el chanchullo, la chapucilla, la pensión del abuelo, etc., nos van dando calor y, a fin de cuentas, “ande yo caliente ríase la gente”. La educación de los niños y los jóvenes se las dejamos en mano de aquellos que nos gobiernan; la sanidad que la sostenga la deuda o quienes se endeuden; las leyes que las apruebe la mayoría, que para eso cobran… Y en ese afán de dejación social no nos leemos ni los programas electorales de los partidos a los que votamos. Qué más da…, si al final harán lo que les dé la gana. Y nos sentaremos con paz, detrás del televisor, con nuestro pan caliente y nuestro circo futbolístico. Y aquí paz y en el cielo gloria. Hay que espabilar. Hay que comprometerse en la solución de los problemas. Todos. No esperemos que las soluciones caigan… de Venezuela.

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