La Carta de la Semana (22/05/2014): "EUROPA (y II)"

Habíamos dicho que sí, que tienen importancia las elecciones al Parlamento Europeo. Las debemos tomar muy en serio. Participar, hacerlo consciente y de manera responsable, porque el futuro de la humanidad no está separado del futuro de este trozo de mundo que llamamos Europa.

Las heridas de la sociedad europea son del cuerpo y son del alma. Hay heridas en las estructuras e instituciones, pero hay heridas que sangran en la mentalidad, en el sustrato de su cultura. Una desconfianza en la capacidad humana para reconocer la verdad que nos rodea de forma intelectualmente válida y racionalmente potente; una debilidad para reconocer el bien y distinguirlo del mal con criterios objetivos que correspondan con el ecosistema de lo humano; un planteamiento de la libertad idealista e ideológico que se considera incompatible con cualquier gramática de relación que no sea la apelación a la absoluta autonomía con careta de individualismo insolidario. Heridas profundas... Y por las rendijas de esas heridas hemos de introducir nuestro voto con vocación terapéutica.

En el centro de la preocupación debe estar siempre la persona. La persona real y verdadera. Lo que somos y por lo que lo somos. La persona toda y todas las personas. Esa realidad que surge en el nicho ecológico de la familia, en la que aprende a amar y ser amado, que ha de ser protegida, defendida, promovida, atendida, orientada y mimada como fuente y raíz del bien integral de la sociedad. Convenzámonos: sin familias sanas no hay personas sanas. Y en los programas electorales existen políticas familiares que debemos conocer y reconocer para tomarnos en serio nuestro compromiso europeo.

La persona nace, crece y se desarrolla entre personas; alcanza la estatura cultural a través de la educación. Otro tema que nos debe preocupar. Educar a las personas, y hacerlo bien, es construir Europa y, desde ella, mejorar el mundo. Una educación que nos alcance personas que sepan pensar, con espíritu crítico, con apertura racional a la verdad amplia de lo real, tolerantes y firmes, con el generoso discernimiento de quienes se reconocen como un don y no como un precio.

Y, para que todo gire bien, la persona necesita un espacio digno para su desarrollo creativo en un trabajo que ponga a su alcance los medios que necesita. Sin ello, ni persona, ni familia, ni educación, ni... Europa.




@juanpedrorivero

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