La Carta de la Semana (03/04/2014): "TRIBULACIONES"


¿Qué es Santa Cruz? Una ciudad y la capital de una Provincia. Eso está claro. Pero en esta ciudad no todos son cristianos. Ni todos los cristianos viven y practican su fe. Es una ciudad plural y abierta al mar. Cosmopolita, de cultura plural en la que se dan cita numerosas experiencias religiosas: hinduismo, judaísmo, islamismo… En la que existen muchos cristianos que no son católicos. ¿Cómo podemos decir de Jesús, el Señor de las Tribulaciones es Señor de Santa Cruz? Y lo podemos decir. Y lo debemos decir.

Unas de las últimas palabras que recogen los evangelios de Jesús dice así: “Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor; y decís bien, porque lo soy”. Nosotros decimos de Jesús que es el Señor. Y Jesús nos responde: “Decías bien, porque lo soy”. El título de Señor le conviene a Jesús. Él lo afirma de sí mismo. Y continúa el texto: “Os he lavado los pies: haced vosotros lo mismo”. El Señor nos ha lavado los pies precisamente como signo de señorío. La gloria de Dios a los pies de los hombres. Es el Señor.

Alberto Cortés, ese magnífico cantautor argentino del que todos recordamos alguna canción, dedicó una a un viejo perro callejero. En su letra vinculaba el afecto y el cariño a la consideración de la posesión. El perro no era de nadie; era un callejero. Pero todos lo consideraban “nuestro”. Decía algo más o menos así: “Digo nuestro perro porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad”. Una expresión posesiva que habla de amor, como cuando decimos mi esposo o mi esposa, o mi hijo, o mi madre. Ese “mí” que usamos no es un afán de apropiarnos de alguien; es una expresión que grita amor, cariño, afecto.

Por eso, cuando decimos “nuestro” Señor, no queremos excluir la universalidad del amor de Dios ni la consideración de que Jesús es patrimonio universal de la humanidad. Queremos decir que le amamos, que le queremos, que nuestro corazón late de afecto por él. La Iglesia no se entiende sin Jesús, el Señor. Nada en la Iglesia tiene sentido sin Jesús, el Señor. Nuestro Señor.

El Señor de Santa Cruz está atribulado. Asume nuestra tribulación. Y, aunque no seamos todos cristianos, sí que todos podemos describir las múltiples manifestaciones de tribulaciones personales. De ellas, de todas, es Señor “en” Santa Cruz.

Juan Pedro Rivero González
Rector del Seminario.
@juanpedrorivero

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