La Carta de la Semana (21/11/2013): "Los pobres siempre…"


01 semana de teologia 2013Recientemente he escuchado en varios foros sociales la diferencia entre la caridad y la solidaridad. Y lo he escuchado con no poca carga peyorativa sobre el concepto de la caridad por su condición de verticalidad, o asimétricidad, en la ayuda interpersonal. La solidaridad es ayuda horizontal, la caridad es ayuda vertical, desde arriba, a veces una forma de limosna que no toca la realidad ni se implica de verdad.

Independientemente que considere que se trata de una estrecha interpretación del concepto "caridad", que en su raíz bíblica se vincula al concepto de "amor" como la forma más eminente de la solidaridad, lo cierto es que tanto la solidaridad como la caridad son conceptos que existen porque hay diferencias sociales entre los miembros de una sociedad: unos tienen más, pueden más, están mejor situados, mientras que otros tienen menos, están peor situados y sus posibilidades son más escasas. Tiene diferentes nombres y formas, pero solemos denominar esas situaciones como "pobrezas".

¿Cómo se puede hacer una reflexión, con pretensión de científica, sobre esta realidad humana que denominamos pobreza y que afecta a la vida personal de tantos entre nosotros sin revestirla de paternalismo o acudir a los tópicos comunes? La próxima semana, el Instituto Superior de Teología, en colaboración con la Universidad de La Laguna, del 25 al 29 y en horario de tarde, desarrollará el tema "Dios y los pobres en la Sagrada Escritura". El fin de semana pasada, Cáritas Diocesana de Tenerife, celebró con sus voluntarios la Escuela de Otoño, en la que se miró a las consecuencias de la crisis desde la labor social que la fe exige a quienes consideran que Jesús es salvación integral para la persona.

Benedicto XVI manifestó en su primera carta encíclica "Deus Caritas est" que, aunque, en una hipotética situación futura, ya no hubiera pobres entre nosotros, no podrá desaparecer la opción prioritaria de la caridad. Porque, o amamos, o no somos humanos. La caridad siempre será necesaria. El Papa Francisco no se cansa de recordarnos que sin compasión y amor real a los pobres, la fe es un lujo inadecuado y distante de la voluntad manifestada por Jesús en las páginas del evangelio. Y a la pobreza hay que mirarla a los ojos y tocarla aunque se manchen las manos del amor. La caridad exige la ternura del amor.

Habitamos la era del exceso de reivindicación de la autonomía, pero ¿cómo hacerla compatible con la verdadera solidaridad? Es posible pensar en una respuesta con realismo y con corazón.

Rector del Seminario Diocesano
@juanpedrorivero

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