La semana pasada la selección española de baloncesto, tras lo que han venido a denominar una “final anticipada” con la selección francesa, tuvo que contentarse con la medalla de bronce, siendo, a todas luces y en la valoración de los técnicos y medios, el mejor equipo del campeonato. ¿Cómo se puede ser el mejor equipo y no obtener la victoria? ¿Cómo es posible? ¿Cómo podemos integrar el fracaso en nuestra vida sin que se vea afectada nuestra autoestima? ¿Es posible que la frustración y la derrota puedan tener una finalidad positiva en nosotros? ¿Si no vencemos, seguimos siendo buenos?
Son estas algunas preguntas trascendidas de la experiencia de este último campeonato europeo. Hemos escuchado que un gran equipo lo es, no sólo cuando sabe ganar, sino cuando es capaz de integrar la derrota y seguir adelante. Integrar la derrota; asumir el fracaso; incorporar la frustración. Los psicólogos nos ofrecen herramientas para la superación del duelo. Y es bueno usarlas. Pero me gustaría compartir con ustedes una certeza personal: considero que sólo en las derrotas y fracasos madura, en verdad, nuestra identidad personal. Habría que redescubrir el valor de la equivocación y el fracaso como elementos pedagógicos para nuestro crecimiento personal.
Si no has experimentado el susto de caerte de la cama mientras dormías, probablemente no habrás aprendido a dormir sin barandas… No es el éxito el único itinerario para descubrir el bien y la verdad. No es el premio y la felicitación la única escuela de la belleza. Por el camino del fracaso descubrimos la hermosura de lo humano, capaz de recolectar siempre, con creatividad maravillosa, el disgusto dentro de los caminos de la felicidad. Debemos ser capaces de reconocer en el esfuerzo de volver a ponernos en pie el valor de las caídas. Debemos reconocer en el esfuerzo de la rehabilitación las ventajas de la recuperación de la salud. Debemos aprender a contemplar en la cruz el preámbulo de la gloria resucitada. No todo nos sale bien a la primera. La errata nos ayuda a estar atentos en la escritura. La sabiduría de la humildad.
Si no has experimentado el susto de caerte de la cama mientras dormías, probablemente no habrás aprendido a dormir sin barandas… No es el éxito el único itinerario para descubrir el bien y la verdad. No es el premio y la felicitación la única escuela de la belleza. Por el camino del fracaso descubrimos la hermosura de lo humano, capaz de recolectar siempre, con creatividad maravillosa, el disgusto dentro de los caminos de la felicidad. Debemos ser capaces de reconocer en el esfuerzo de volver a ponernos en pie el valor de las caídas. Debemos reconocer en el esfuerzo de la rehabilitación las ventajas de la recuperación de la salud. Debemos aprender a contemplar en la cruz el preámbulo de la gloria resucitada. No todo nos sale bien a la primera. La errata nos ayuda a estar atentos en la escritura. La sabiduría de la humildad.
Una medalla de bronce puede ser la marca de garantía del mejor equipo de baloncesto del campeonato europeo.
Juan Pedro Rivero González
@juanpedrorivero
Juan Pedro Rivero González
@juanpedrorivero
Carta muy acertada y sabia reflexión. Comparto todo lo que dice en ella (se la copio) y que la utilizo para mi oración de la tarde, hoy viernes, que como sabe, es para pedir por el clero diocesano. A ver si no vemos algún día, antes de llegar al purgatorio. Un abrazo
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