La Carta de la Semana (19/09/2013): "VENDIMIADORES"

Lo cierto es que los recuerdos infantiles nos persiguen de por vida; algunos como fortalezas en nuestra personalidad, otros como heridas en la piel del alma. Pero todos, los buenos y los malos, inevitablemente son ya parte imborrable de nuestra historia personal. Cuando miré el almanaque y leí que hoy es ya 19 de septiembre, espontáneamente me sobrevinieron algunos recuerdos de niño vinculados al mes de septiembre. Entonces el inicio de las clases rozaba el mes de octubre. Este retraso académico ofrecía la oportunidad de terminar las vacaciones de verano cooperando -o molestando como molestan los niños en serios trabajos de adultos- en las labores de la vendimia.

El lagar, el olor a mosto y aquellas cosquillas en los pies en las primeras pisadas de las uvas, siempre bajo el ojo vigilante del abuelo -cómplice de sus nietos-, que nos recordaba que “este trabajo había que tomárselo en serio”. Era una fiesta extraordinaria. El tiempo y la formación nos han enseñado que realmente la vendimia siempre ha sido considerada como experiencia festiva en la cultura mediterránea en que habitamos. No pocas son las referencias a la vendimia en la literatura, en las artes plásticas y hasta en referencias de índole espiritual. Sugerencias al sentido social y a la preocupación por los demás se vincula a la expresión de “nos salvamos en racimo”; el esfuerzo y el testimonio de los mártires cristianos apela “al lagar en el que derramaron su sangre”; ¿y quién no recuerda aquella evangélica expresión de Jesús de “a vino nuevo odres nuevos” o aquella otra festiva referencia a “las bodas de Caná”? La viña, los sarmientos, la poda, la vendimia, son símbolos de otras tantas realidades. No hay vendimia sin vendimiadores. No hay trabajo sin trabajadores. Por muy hermosas referencias que posea la fiesta de la vendimia, es siempre la persona, el ser humano, el protagonista de la vida real.

Valorar la fiesta y la labor sí, pero volver a la persona siempre. No existen problemas en la política, sino que hay políticos con problemas o problemáticos. No hay desgaste y fracaso en el sistema educativo, sino maestros y profesores desilusionados, cansados o desmotivados. Volvamos a darle protagonismo a la persona que es el centro y sujeto de la vida social. Porque si no, a fuerza de hablar de la crisis y la pobreza, nos despistaremos del rostro concreto del pobre y del necesitado. En septiembre, con o sin recuerdos de infancia, volvamos a los vendimiadores. Volvamos a la persona. A la persona toda, a todas las personas.

*RECTOR DEL SEMINARIO DIOCESANO
@juanpedrorivero

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