Agustín Domingo Moratalla: "El curso del cibercolegio"


Una de las novedades de este curso será la llegada de las tablets a los colegios. Las autoridades educativas están poniendo en marcha programas experimentales que sustituyen los libros por las tablets. Empezando en los últimos años de primaria, este programa se ha presentado con una finalidad económica para que las familias ahorren en la compra de libros de texto. Además de que la tablet valdrá para todas las asignaturas, los contenidos de las materias se podrán actualizar anualmente y, lo que es más importante, podrán incorporar contenidos elaborados por los propios profesores.

Quienes tengan cierta memoria recordarán que cuando se lanzó esta iniciativa en la anterior legislatura aparecieron voces que advertían de la miopización de los alumnos, es decir, el incremento de problemas de salud visual con el uso de las tablets. En lugar de evaluar positivamente la iniciativa y corregirla o reorientarla, todavía hay agentes educativos que viven de espaldas a las seductoras y arrebatadoras novedades que nos ofrecen las industrias y mercados tecnológicos.

El debate sobre la función de las tablets en la educación no ha hecho más que comenzar y deberíamos partir de las experiencias que ya se tienen en otros países donde ya se han dado cuenta de que el problema no se reduce a la dependencia tecnológica del acto educativo, la capacidad tecnológica del centro para ofrecer wiffi, el interés por las familias por mantener la conectividad en todo el proceso educativo, o la complicidad con el profesorado. La informatización de un aula no nos garantiza una educación a la altura de la sociedad informacional. En las prácticas educativas no podemos confundir lo informático con lo informacional, porque no se trata sólo de un cambio instrumental sino de un cambio cultural.

Con la sustitución de los libros por la tablets y la entrada en las ciberaulas o cibercolegios no se produce únicamente una adaptación material de las actividades educativas, se está zambullendo a las nuevas generaciones en un horizonte cultural muy diferente. No sabemos si será mejor o peor, pero sí tenemos claro que será diferente. En todo caso, el orden (o desorden) digital en el que estamos entrando anuncia cambios culturales sorprendentes. Cambios no sólo físicos o materiales sino éticos y antropológicos donde debemos prestar atención a lo que Vargas Llosa ha llamado mariposeo cognitivo, picoteo informacional o robotización de la inteligencia.

Agustín DOMINGO MORATALLA Para el viernes 13 de septiembre de 2013, en LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO

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