La Carta de la Semana: "UN NIÑO EN LA NEVERA"

En estos días participo con un grupo de seminaristas de bachillerato en un encuentro nacional en Murcia. Doce seminarios españoles, entre ellos el de Tenerife, se hacen presente con aquellos seminaristas de los últimos cursos del seminario menor que andan en esa toma de decisión tan hermosa de seguir o no seguir, de iniciar la formación sacerdotal en el seminario mayor o andar por otros caminos. ¡Cómo recuerdo yo aquellos momentos en mi vida! 

Pero no es de esto de lo que les quería hablar, o escribir en este caso. Lo que ha inquietado mi corazón estos días ha sido la noticia del hallazgo de un bebé en un congelador en una casa que intentaban habilitar sus dueños para alquilar. Un bebé en un frigorífico. Madre mía...

Mi sorpresa fue mayúscula cuando revisando la noticia en la edición digital de este periódico me encontré con otro caso, el pasado 12 de noviembre en Andalucía. Otra madre esconde a otro recién nacido en un frigorífico, en un congelador...

¿Qué le está pasando a esta sociedad que experimente la amnesia de los valores y principios mínimos que nos exige nuestra naturaleza humana y nuestra dignidad de personas? ¿Por qué es noticia un niño en un frigorífico congelado junto a su cordón umbilical y placenta, y no lo son esos otros -13 por hora en España- que acaban en el cubo de la basura de cualquier clínica abortiva? ¿Por qué estos no son noticia? 

Nos decía la abuela que "ojos que no ven, corazón que no siente". No se ve el fondo del congelador, no se ve lo que se elimina y se aparta; pero aunque no se vea, ahí están. 

¿No sería preferible darlos en adopción agilizando los trámites interminables a los que se somete el 20 % de las parejas españolas que son infértiles y desean adoptar? 

Estos hogares son, seguro, más cálidos que el fondo de una nevera...


Juan Pedro Rivero González. 

Rector del Seminario.

@juanpedrorivero

Comentarios

  1. ¡Excelente reflexión!...¿Cuál sería el móvil?...Por qué. Daría para micho, posibles causas. Pero prefiero cartear. Muchas gracias d. Juan pedro, encomiendo su labor con sus seminaristas. Un abrazo

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