Totalmente de acuerdo: Agustín Domingo Moratalla, "Despropósitos de la selectividad"


La selectividad está tocando a su fin. También llamada Prueba de acceso a la universidad (Pau), este examen tiene los días contados. El nuevo proyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que debatirán sus señorías en los próximos días de canícula veraniega introduce como novedad la supresión de esta prueba. El ministro Wert aseguró el pasado martes que esta prueba es el mayor obstáculo existente a la internacionalización de la universidad y resulta una anomalía en el panorama educativo internacional. Se estaba refiriendo a esta prueba como obstáculo para que accedieran a las universidades españolas estudiantes de otros países.

Es momento para hacer balance de una prueba que sintetiza todos los despropósitos del sistema educativo español de las últimas décadas. El primer despropósito está marcado por el mal diseño de unas políticas educativas que separaban tajantemente bachillerato y universidad. La selectividad era un puente que se tendía entre dos orillas, una donde se instruía y alfabetizaba a los alumnos, otra en la que se hacía alta investigación y supuesta docencia de calidad. Este diseño era el primer obstáculo estructural para la calidad porque las dos orillas estaban pensando en sí mismas, una en los porcentajes de éxito para los centros y otra en microparcelas del conocimiento en torres de marfil.

El segundo está marcado por la idea de selección. Con porcentajes de aprobados que rondan el 90%, lo que en realidad se hace es homogeneizar los expedientes cumpliendo una doble función: mediocrizar a los excelentes y excelentizar a los mediocres. Aunque se introdujeron elementos correctores para contar con las calificaciones del bachillerato, la prueba no está diseñada para promover la calidad sino para universalizar la mediocridad.

El tercero está marcado por la idea de madurez que utilizan los coordinadores y evaluadores. La prueba ha pervertido sin piedad todo el sentido del bachillerato ¿Alguien se ha preguntado con qué criterio seleccionan los textos que se comentan, ponderan la media antes de cerrar las actas y transaccionan las calificaciones? ¿Por qué la madurez se mide de manera distinta en unas áreas que en otras? ¿Por qué incumplen la ley poniendo unos autores y no otros? ¿Quién evalúa a los evaluadores? Las pruebas hipotecan todo el bachillerato y restan dignidad a materias formativas pensadas para la única selectividad real: el tortuoso y sorprendente tránsito a la madurez.


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