La Carta de la Semana: "PRIORIDADES"

“Lo cierto es que tienen que pasar cosas para que establezca prioridades”.

Hay frases que te dicen las personas espontáneamente que bien merecen estar grabadas en piedra en cualquiera de nuestras plazas. La vida se nos va entre las manos, envueltos en muchísimos compromisos y preocupaciones, ansiosos, veloces, agitados…, y tiene que suceder un “algo” que nos dé la ocasión de parar y observar la escala de nuestras prioridades y actuar en consecuencia. No despistarnos de cuáles son las verdaderas prioridades de la vida que se solapan con aparentes urgencias. Me refiero a lo que se suele explicar bajo la expresión “que lo urgente no te haga olvidar lo importante”.

Solemos insistir en que “todo es importante”, que no podemos descuidar nada de lo que tenemos entre manos. Y es cierto que hay muchos horizontes en nuestra vida. Nos debemos ocupar de todo lo que tiene relación con nosotros, pero no todo ocupa el mismo nivel de importancia. A lo que consideramos imprescindible, central, sin lo que nuestra vida carecería de sentido y sabor, lo debemos llamar por su nombre: prioridad. Todo puede ser muy importante, pero hay prioridades.

Parar para revisarlas, para resituarlas, para reordenarlas, es lo que en estos próximos días podríamos hacer sin esperar a que “tenga que pasar algo” que lo haga por nosotros.

Lo que durante la Semana Santa ocurre dentro y fuera de nuestros templos es una verdadera ocasión para establecer el orden de nuestras prioridades: la acogida y el rechazo social, la amistad vendida, la confianza negada, la centralidad de Dios y su palabra, la reconciliación del mal y del pecado, el dolor, el sufrimiento y la muerte del inocente, la vida y la recuperación de lo humano… Un Cristo crucificado es un grito silencioso y provocador para que prioricemos.

La vida que vivimos dura lo que dura y Dios es, nos guste o no nos guste la idea, una prioridad de sentido. Tal vez, como a Pedro, nos cante el gallo y nos despierte…

@juanpedrorivero