La Carta de la Semama: "RENUNCIAMOS"


¡Sí, renunciamos!

Si en estos días tenemos el atrevimiento de entrar en una iglesia católica, nos vamos a encontrar con una afirmación en un cartel que contiene unas sogas anudadas: “Sí, renuncio”. Una afirmación que inquieta. Renunciar es un acto de la libertad. No está, en sí mismo, mal que renunciemos. Pero el problema aparece cuando al cartel le preguntamos por el contenido de la renuncia: ¿A qué tenemos que renunciar? Tal vez en la respuesta no estemos tan de acuerdo.

Las mejores respuestas a las preguntas inquietantes de la vida las suelen dar los niños que, en su inocencia, perciben la realidad sin muchas decoraciones culturales.

“Yo renunciaría a pelearme con mi hermano y con mi amigo”, dice David con mirada inquieta, como quien ha dicho algo que, al final, le resultará difícil cumplir. “Yo renunciaría a gritar”, añade la voz de tiple de José, a quien le han repetido muchas veces que por mucho grito no se consiguen más cosas. “Yo renunciaría a culpar a los demás”… y así, un largo etcétera de discursos infantiles que desgranan con sencillez la necesidad de podar para que el árbol dé mejores frutos.

¿A qué tendríamos que renunciar para que crezca el bien común? Y si alcanzamos a saberlo, ¿estamos dispuestos a hacerlo?

Hoy quiero felicitar a cuantos han decidido dilatar el marco de la generosidad perdiendo para que otros ganen, vaciando desequilibrios para que la madurez se llene, quitando para lograr, renunciando para afirmar. Esos valientes anónimos que desconocen los medios de comunicación, pero que sin su silenciosa labor de crecimiento sacrificado el mundo sería menos vivible, menos confortable.

Hoy quiero dar mi más sincero reconocimiento a quienes están dispuestos a perder un poco, a renunciar a algo, para que todos tengan un poco más y vivan mejor. Siempre será verdad el éxito callado de quienes se sienten invitados a “vivir más sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir”.

Me gusta la imagen de Mahama Gandhi, sentado, envuelto en una sábana blanca, en una habitación tan austera que tenía la ausencia de tantas cosas que a mí me sobran. “No es más rico quien más cosas tiene, sino quien menos las necesita”.

¿Y si la felicidad fuera la meta de un camino que se decora de renuncias?

@juanpedrorivero

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