Artículo de José-Román Flecha Andrés: ANDAR ESTA JORNADA SIN ERRAR


A veces se presenta la cuaresma como un tiempo lúgubre y de funeral. Algunos imaginan que estas siete semanas, precedidas del triunfo del Carnaval y lo carnal, han sido pensadas sólo para llevarnos a recordar el poder de la muerte. Pero el cristiano sabe que la muerte temporal no es el final del camino.

“Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar”. En su edición española, la Liturgia de las Horas ha introducido durante la cuaresma estas coplas de Jorge Manrique (1440-1479) a la muerte de su padre, don Rodrigo, gran maestre de la Orden de Santiago.

“Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos”. Es inquietante la imagen del camino, pero nos consuela la meta. Tenía razón Azorín al decir que el poeta “nos sobrecoge un momento y nos hace pensar…, es una ráfaga que lleva nuestro espíritu allá, hacia una lontananza ideal”.

“Este mundo bueno fue si bien usamos de él como debemos, porque según nuestra fe es para ganar aquel que atendemos”. Jorge Manrique no se limita a meditar la fugacidad de esta vida. Valora lo bueno que hay en ella. Nos invita a un uso responsable de sus bienes. Y nos recuerda que la fe nos promete el premio de un mundo que esperamos.

“Aun aquel Hijo de Dios, para subirnos al Cielo, descendió a nacer acá entre nos, y a vivir en este suelo do murió”. El poema no es una mera reflexión estoica sobre la vida y la muerte. En la mente del poeta está presente Jesús, el Hijo de Dios. Él asumió libremente nuestra suerte y nuestra muerte.

Esta obra “cimera y perfecta en la lírica universal”, en opinión de Valbuena Prat, no fue escrita para sumirnos en el dolor de la muerte, sino para elevar nuestro corazón a la esperanza. A una esperanza que encuentra su fundamento en la vida, en la pasión y muerte y en la resurrección de Jesucristo.

Ahora bien, la esperanza no se identifica con un optimismo barato. Ni con una frivolidad irresponsable. Desde hace más de cinco siglos, Jorge Manrique nos recuerda que es preciso tener buen acierto para recorrer el camino de la vida sin equivocarnos. Ver con claridad la meta nos ayudará a dar responsable y acertadamente los pasos inmediatos.

Si la cuaresma incluye un programa catequético para todo cristiano, es también un tiempo de reflexión abierto a toda persona. La sabiduría y el discernimiento para aclarar nuestras opciones de vida definen nuestra identidad. A fin de cuentas, somos aquello que elegimos. Y nos identificamos con el modo como elegimos.

Claro que para el cristiano, la meta y el camino son impensables sin el ejemplo de Jesús. Él nos ha precedido. Seguirle a él es optar por la verdad. Descubrir la honda verdad del ser humano. Y tratar de realizarla cada día con humildad y paciencia. Sabiendo que la paciencia es la cotidianidad de la esperanza. Y que la esperanza nos lleva hasta el Señor.

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