PROYECTO LÁZARO


Es increíble. Se repite la historia. Parece que nada ha cambiado desde que se contó por primera vez aquello del rico “Epulón” y del pobre “Lázaro”. Ambos son símbolo de actitudes presentes ayer y hoy en la vida social.

El rico banqueteaba espléndidamente días tras día. No había recortes para él. Suculentos manjares, dietas de viajes, coches oficiales, amigos asesores, hasta un iPad oficial. Mientras, a su puerta, yacía el pobre Lázaro, recortado, herido, llagado… Cuentan que hasta los perros eran más compasivos que Epulón y se acercaban a lamerle las llagas. Sin casa, más que desahuciado, sin mesa, sin papeles… Pobre Lázaro.

Entre el ayer y el hoy.

Cáritas nos despierta en estos días la conciencia. Y parece todo un símbolo que los recortes en materia social del Gobierno de Canarias lleven a esta institución de la Iglesia católica a verse forzada a cerrar el emblemático “Proyecto Lázaro” para enfermos crónicos de Sida, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). El único de su género en Canarias.

Epulón vuelve a pasar junto a Lázaro y ni le mira. Su cabeza alta, su barriga plena, su cartera llena. Sus hijos van a la universidad; él se lo puede pagar. Viaja, entra, sale, juega, y brinda con sus otros amigos.

No es justo que hayamos aprendido tan poco de la historia y que no nos diga nada el nombre de Lázaro, el pobre de la parábola del evangelio que contó Jesús a sus más cercanos amigos. Es increíble.

Seguro que oiremos ahora que la culpa la tienen los de arriba, los que recortan en Madrid. O que la tienen los de abajo, los que administran mal las competencias transferidas. Seguro que la culpa es, no les quepa duda, del “cha cha chá”.

Una verdadera pena.

¿Dónde están los perros compasivos para las actuales llagas del Proyecto Lázaro?

@juanpedrorivero

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