"El legado de Bourne" y sugerencias bioéticas


En estas cosas del cine soy de los que empiezan la casa por el tejado. 
 
Hace unos años me encontraba sentado en el cine frente a "El ultimátum de Bourne". Me sonaban algunos comentarios sueltos de los que hacen los chicos en el recreo y, no sin esfuerzo, logras coger algún retal para hacerte una idea del contenido de la conversación. Me sonaba a una película de acción de un casi "súper héroe" creado por los servicios secretos americanos con herramientas de manipulación genética. 
 
El ultimátum; el final de la zaga. La tercera entrega. Y como siempre detrás de la tercera, busqué completarla viendo la primera y la segunda. Final de la historia. Nada especial.
 
Pues no. "Pronto en las pantallas -decía la voz que acompaña las novedades que nos regalan previas a cualquier película, como para garantizar la fidelidad de los espectadores- El legado de Bourne". No me lo puedo creer... ¡La cuarta entrega!

Si tal había sido el esfuerzo anterior por completar la casa "desde" el tajado, ¿cómo iba a dejar el "legado" sin conquistar? Pues eso; así fue como los deseos y la curiosidad me colocaron el jueves pasado frente a una de las grandes pantallas de los multicines de La Laguna.

"El legado de Bourne" está dirigida por Tony Gilroy, que también había ejercido de guionista en la anterior entrega. Sin embargo, el personaje de Bourne (al que había dado vida Matt Damon), no estuvo presente en ésta. Jeremy Renner recogió el testigo de Damon en esta trepidante cinta de espionaje en la que interpretará a un agente que en principio pertenece a un programa secreto del Gobierno, más peligroso todavía de lo que había sido Treadstone. Se incorpora Rachel Weisz (de 'El jardinero fiel'), en el papel de la chica de la que se enamorará el protagonista, y Edward Norton ('American Histoy X') como el malo de la función.

No les voy a contar el nudo de la acción, aunque me pareció un poco lenta para mi gusto, dejando para el final la trpidante acción y presecución. Lo que me interesa en esta ocasión es el diálogo que se ofrece entre el protagonista -necesitado de las pastillas azules que le sirven para mantener su tono cognitivo por encima de la media humana significativamente y que, por su ausencia, comienza a degenerar- y la chica -una doctora en bioquímica y experta en neurofisiología que ha sido responsable de la investigación del programa-. Ambos están siendo perseguidos con la intención de no dejar cabos sueltos. Se necesitan mutuamente.

En el diálogo él le pregunta, como quien padece un mono químico, dónde están los fármacos. Ella le responde que lo ignora, que no sabe nada del programa. El enfado de él es mayúsculo. "¿No sabe Vd. en qué consistía el programa? ¿Cuál era la finalidad de lo que estaba haciendo?" -No podía creer que lo ignorara, pues vidas de jóvenes soldados americanos habían sido manipuladas y dedicadas a empresas secretas y tan inmorales como la "defensa de la nación" necesitara-. "No sé nada; lo que yo hacía era sólo ciencia. He sacrificado mi futuro y mi progreso por contar con los medios que me ofrecían para hacer ciencia. No me interesaba lo demás. No nos decían nada al respecto".

Sólo ciencia. Hacer ciencia sin preguntarse para qué se hace, cuáles son sus consecuencias... Una ciencia amoral. Sin interrogantes éticos. Una ciencia pura que sólo busca el progreso del conocimiento puro, sin interrogantes, sin interferencias. ¿Es adecuado manipular la conciencia de una persona con la finalidad de manipular sus actos privándole de la libertad? ¿Hay límites morales en la investigación científica?

Sin discursos, sin reflexiones filosóficas, con el gesto narrativo de una escena queda todo claro y nítido. ¡Cuánto sufrimiento como consecuencia de esta forma de hacer ciencia!

Sólo por la contundencia de ese momento, por su significado profundo, por esta sugerencia bioética, doy por bien empleadas las 2 horas y cuarto de acción e intriga de "El legado de Bourne".
 
@juanpedrorivero

Comentarios

  1. No he visto la película aún. Puede que la posibilidad se demore, pero sin duda el tema que planteas es muy interesante. Hay un aspecto que se une a esa falta de preguntarse por las consecuencias de nuestro trabajo -no lo ceñiría al científico, aunque sin duda puede tener mayor transcendencia- y es el que señalaba Günter Anders, como es el anonimato y el trabajo como eslabones aislados que favorecen esa falta de visión de las consecuencias. Ante ello se requiere, creo, una mayor alerta e implicación como antídoto. Creo que pocas veces se repara en ello, pero es imprescindible si queremos conocer el verdadero alcance de nuestro trabajo. Siempre es un placer leerte.

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