Queridos amigos:
Últimamente todo se resuelve con mucha facilidad. Si tienes problema de piel o escozor por alergia, aloe Vera; si quieres hacer una limpieza interior y desintoxicar el organismo, aloe vera; jabón, gel, champú, incluso hasta en alimentación, bases estructuradas desde los principios activos del aloe vera. Es ciertamente increíble, a este respecto, pasearse por las estanterías de un supermercado.
Es tradicional en la condición humana adherirnos con relativa frecuencia a un elemento y considerar que sirve para todo; el advenimiento del elixir que, como pócima maravillosa, evita cualquier dificultad o problema. Sea bífidos activo, eurobonos o aloe vera. ¡Qué más da! Con tal de que alivie la ansiedad que producen nuestros problemas, todo vale; y si está de moda, nos adherimos con religiosa piedad y con confianza absoluta.
Y resulta que no todo sirve para todo. Que inevitablemente estamos sometidos a la ley de la causa y el efecto; y que no todo efecto tiene una misma y válida causa precedente. Qué pena que para la insolidaridad no sirva el aloe vera; pues no. Ni para la prima de riesgo, ni para la selección española. Desgraciadamente hay límites para la universal confianza del remedio casero. Hay cosas que dependen de nuestro esfuerzo personal.
La semana pasada, veinte premios nobel, reunidos en Valencia para deliberar sobre la concepción del Premio Jaime I, hicieron una extraordinaria declaración conjunta pidiéndonos a todos que valoremos el esfuerzo personal en el desarrollo del talento. ¿El esfuerzo personal? Pero no sabrán nuestros nobel que el bien común se llama ahora estado de bienestar, y que si falla, siempre habrá un poco, como para todo, de aloe vera?
Es tradicional en la condición humana adherirnos con relativa frecuencia a un elemento y considerar que sirve para todo; el advenimiento del elixir que, como pócima maravillosa, evita cualquier dificultad o problema. Sea bífidos activo, eurobonos o aloe vera. ¡Qué más da! Con tal de que alivie la ansiedad que producen nuestros problemas, todo vale; y si está de moda, nos adherimos con religiosa piedad y con confianza absoluta.
Y resulta que no todo sirve para todo. Que inevitablemente estamos sometidos a la ley de la causa y el efecto; y que no todo efecto tiene una misma y válida causa precedente. Qué pena que para la insolidaridad no sirva el aloe vera; pues no. Ni para la prima de riesgo, ni para la selección española. Desgraciadamente hay límites para la universal confianza del remedio casero. Hay cosas que dependen de nuestro esfuerzo personal.
La semana pasada, veinte premios nobel, reunidos en Valencia para deliberar sobre la concepción del Premio Jaime I, hicieron una extraordinaria declaración conjunta pidiéndonos a todos que valoremos el esfuerzo personal en el desarrollo del talento. ¿El esfuerzo personal? Pero no sabrán nuestros nobel que el bien común se llama ahora estado de bienestar, y que si falla, siempre habrá un poco, como para todo, de aloe vera?
Con afecto, y como siempre, un amigo.
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