FAMILIA, TRABAJO Y FIESTA


Desde el 30 de mayo hasta el 3 de junio de 2012 se celebra en Milán, el VII encuentro mundial de las familias. Muchos recordarán que el V Encuentro tuvo lugar en Valencia y contó con la primera visita de Benedicto XVI a España. En esta ocasión, el Encuentro tiene por lema “La familia, el trabajo y la fiesta”.

En todo lo que se refiere al trabajo humano y familia será necesario apelar a una ética que deduzca de la misma naturaleza de la persona y de la sociedad las pautas éticas necesarias para el desarrollo integral de “todo el hombre y de todos los hombres”.

En su exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 46) Papa Juan Pablo II instó a la Santa Sede para que preparara una Carta de los Derechos de la Familia. Ese documento sería efectivamente presentado el día 22 de octubre de 1983 a todas las personas, instituciones y autoridades interesadas en la misión de la familia en el mundo contemporáneo.

Entre los derechos humanos recogidos en la Carta figura el derecho al trabajo: “Las familias tienen derecho a un orden social y económico en el que la organización del trabajo permita a sus miembros vivir juntos, y que no sea obstáculo para la unidad, bienestar, salud y estabilidad de la familia, ofreciendo también la posibilidad de un sano esparcimiento” (art. 10).

En este contexto, el trabajo designa todo tipo de acción realizada por el ser humano. Por eso se puede afirmar con Juan Pablo II que “el trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas”.

Ahora bien, todo esto puede decirse también de la familia. Al convocar este VII Encuentro mundial, en agosto del 2010, el papa Benedicto XVI nos recordaba que el trabajo y la fiesta están íntimamente relacionados con la vida de las familias. De aquel mensaje se pueden subrayar al menos estos siete puntos:

• En nuestros días, la organización del trabajo está pensada y realizada en función del mercado y del beneficio.

• La fiesta es considerada con demasiada frecuencia sólo como ocasión de evasión y de consumo.

• Esas comprensiones del trabajo y de la fiesta contribuyen a disgregar la familia y la comunidad y a difundir un estilo individualista de la vida.

• Hay que reflexionar sobre estos dilemas y procurar conciliar las exigencias y los tiempos de trabajo con los de la familia.

• Hay que recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente del domingo, pascua semanal.

• Hay que recordar que el domingo es el día del Señor y el día del hombre, por tanto es día de la familia, de la comunidad y de la solidaridad.

• Hay que repensar el trabajo y la fiesta en la perspectiva de una familia unida y abierta a la vida, inserta en la sociedad y en la Iglesia, atenta a la calidad de las relaciones humanas y a la economía del núcleo familiar.

Es de desear que este VII encuentro nos ayude a repensar el sentido cristiano del trabajo y de la fiesta y sus implicaciones para la vida de la familia en esta sociedad.



José-Román Flecha Andrés

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