En algunas circunstancias no cabe otra solución. Pero, no podemos acostumbrarnos, como si de un fenómeno normal e inevitable se
tratara, al elevadísimo número de rupturas matrimoniales que se dan en
nuestra sociedad.
No podemos acostumbrarnos, como si de un fenómeno normal e inevitable
se tratara, al elevadísimo número de rupturas matrimoniales que se dan
en nuestra sociedad. El divorcio es un inmenso fracaso personal para los
cónyuges y de gran trascendencia para los hijos si los hay; Las
rupturas rompen los lazos de integración social de las personas y
destruyen hogares, es decir, lugares de acogida y transmisión de la
vida.
Si hoy día se rompen tantos matrimonios es por que una parte
importante de nuestros jóvenes no ha adquirido firmes convicciones
familiares, no ha sido educada en una ética de la lealtad y el
compromiso y ha interiorizado una visión banal e intrascendente de la
dimensión sexual de las personas. Hacer frente a este triste
fenómeno de nuestra época exige trabajar en varios frentes: una
educación de la voluntad y la afectividad para asumir una ética del
compromiso en todos los aspectos de la vida, una formación de la
sexualidad con criterios de responsabilidad, una buena preparación para
el matrimonio que hoy no se puede dar por supuesto y leyes que ayuden a
reforzar la estabilidad del matrimonio en vez de facilitar su ruptura.
Recuperar fuertes convicciones familiares en nuestra sociedad es
labor compleja que exige tocar muchas teclas, entre las cuales una
fundamental es el ejemplo de matrimonios fuertes que duran establemente
en el tiempo en un contexto de felicidad personal y de alegría
compartida. A la par es imprescindible hacer una buena pedagogía de la
institución matrimonial mostrando ya desde la escuela su inmensa
funcionalidad personal y social; y conseguir que las leyes abandonen la
óptica divorcista que actualmente las inspira.
Como no damos por perdida la batalla en defensa de la vida,
no podemos dar por perdida la batalla en defensa del matrimonio. Son
objetivos ambiciosos por que afectan a complejos fenómenos propios de la
crisis moral de nuestra época, pero en uno y otro caso son ilusionantes
tareas por delante para quién quiera preocuparse de construir una
sociedad donde haya más facilidades para vidas plenas, fecundas y
felices.
Fuente: Prensa Foro de la Familia 13/04/2012 http://www.blogger.com/home
Sin duda, como lo dice el artículo. En ocasiones el divorcio no es la solución.
ResponderEliminarPero cuando lo sea, trata de conseguir un buen abogado.
saludos.