Queridos
amigos:
Cuando
nos preparábamos para iniciar los talleres de la mañana en el Congreso Diálogo
Fe-Cultura, el día en el que se iniciaban las ponencias del Congreso, así como
llegan las cosas inesperadas, me enteraba de la muerte de Julita. Una mujer
colaboradora de las parroquias de Finca España, a quien se la recuerda siempre
corriendo de un lado para otro haciendo por los demás. Un accidente de tráfico
cegó su vida y nos recordó el hecho siempre presente en el horizonte humano de
la muerte.
Hemos
oído estos días que en estos años se ha vivido por encima de nuestras
posibilidades, que de la crisis no salimos sin espíritu de sacrificio y
austeridad, sin considerar a la persona y la familia como el mayor de los
bienes de la sociedad, y que estos bienes no tienen precio. Hemos oído que la
felicidad no tiene relación directa y necesaria con lo que tenemos, sino con lo
que somos. Hemos oído que hace falta insertar valores en el motor de las
relaciones económicas y políticas que nos ayuden a superar el mero interés y a
acrecentar la búsqueda del bien común.
Y,
en medio de tantas palabras, Julita no dejó la última ponencia: todos tenemos
que morir. Nadie vive aquí para siempre. Los años de nuestra vida tienen límite
y caducidad. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero su malogra su
vida y pierde su alma? Acumular, acumular, acumular... ¿Para qué? ¿Para quién?
Estos bienes no nos los podemos llevar al final del camino.
¡Qué
gran lección! Pensar en la muerte puede ser una ocasión para recondicir nuestra
vida y salir de la crisis. Los ricos también mueren. Todos morimos.
Gracias
Julita por esta última Ponencia del mejor de los Congresos: “La vida vivida
para los demás”.
Con
afecto, y como siempre, un amigo.
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yo recuerdo a Julita corriendo de un lado a otro siempre ayudando a los demas se le va a echar de menos en el barrio D.E.P Julita.
ResponderEliminargran mujer!! en toda la extensión de de la palabra,,,luchadora incansable por el bíen de los demás,,,énergica como ninguna!,,,un recuerdo imborrable,para quienes la conocierón, no solo finca españa olvidará jamás a JULITA,sé gano el cariño y el áprecio de todo el mundo,por eso su despedida,tan trágica ha sido un duro golpe para todo@s,pero sabemos que una mujer como ella,hoy goza del privilegio en la santa mesa celestial,dificil olvidarla y siempre reiterar,GRACIAS JULITA!!! POR HABER SIDO PARTE DE NUESTRAS VIDAS!!
ResponderEliminarYo no conocí a Julita, pero estoy seguro de una cosa...no entraba en sus planes morir así, ni ese día...y es que cada amanecer y cada anochecer del hombre, algo que parecemos dar por supuesto, es un inmenso milagro, un inmenso regalo del creador ¿quien a fuerza de preocuparse podría añadir un solo día a su vida? lo esencial es tener la conciencia de haber hecho producir el talento regalado para que el dia que nos exijan las cuentas...nos pillen con ellas hechas. A julita seguro que sí, pero a mi iglesia le convendría retomar este mensaje del evangelio, que parece haber pasado a un segundo plano en sus sermones dominicales donde "el amor" un tanto hueco lo pretende llenar todo
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