LA CRISIS, LA CRISIS, LA CRISIS...


Queridos amigos:
De la crisis oímos hablar, mucho, muchas veces, de muchas maneras, a muchas personas. La crisis es una palabra que se oye, pero también es una palabra que se escribe. Sí, se escribe.
Se escribe con “C”. Con “C” de consecuencia. Porque no es el inicio del camino la situación que sufren tantas personas a nuestro alrededor convirtiendo en impotente nuestra acción.
Se escribe con “R”. Con “R” de ruindad, de ramplón, de raquítico; como los sentimientos de cuantos se han aprovechado de la situación y han sacado partito, tajada...
Se escribe con “I”. Con “I” de inmoralidad, de inmunidad, de inconsciencia, de cuantos hemos supuesto que la economía, la política y la gestión pública no debe estar sometida a la ética y a la moral, como si fueran autónomas y completas en sí mismo.
Se escribe con “S”. Sí, con “S” de solución, de salida, de superación. Porque es una ocasión para darnos cuenta de que hemos andado mal el camino. Todos somos responsables de alguna manera. Hemos de modificar conductas. Hemos de cambiar el corazón.
Sí, con esas letras se escribe “Crisis”. Con esas letras y tantas otras que durante la próxima semana, en el Seminario Diocesano, pondrán sobre el papel imaginario del XXI Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura, ponentes y comunicantes, artistas y profesores, hombres y mujeres de la cultura y hombres y mujeres de la fe. Del 23 al 27 de abril vamos a escribir la Crisis. Y la entrada es Libre.


Con afecto, y como siempre, un amigo

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