El Señor está cerca del corazón roto (IV)


LA PALABRA DE LA CRUZ

Para aquellos que, a la luz de la verdad, especialmente los que tienen una responsabilidad, incluso grave, en la ruptura del tesoro de su matrimonio, quisiera invitarles a aceptar la llamada del amor misericordioso de Dios y a que en verdad, sintamos la llamada a la conversión, y la propuesta de una nueva vida.
Reconocer esta responsabilidad no significa vivir en un inútil y perjudicial sentido de culpabilidad. Significa más bien abrir sus vidas a la libertad y la novedad de que el Señor nos hace experimentar cuando, con todo nuestro corazón, regresamos a Él.
Todos los que se puede hacer todavía para remediar las consecuencias negativas que afectan a la familia, para cambiar sus vidas..., etc.,  se debe hacer con valor y preocupación.
A los esposos casados, que han sufrido sin culpa la crisis de su matrimonio, quiero decir que, como cristianos, no pueden olvidar la experiencia de la Cruz, que siendo dolorosa da vida. Desde el terrible lugar de dolor, del abandono y de la injusticia en la que el Señor Jesús ha puesto de manifiesto la grandeza de su amor, masnifestado como perdón y como oferta libre de sí mismo.
Como obispo y, en especialmente, como cristiano, no puedo olvidar esta palabra; pero siento la necesidad de pronucniarla bien, como una palabra que, en medio de la hemorragia de los corazones y de la vidas, no es un dolor sin fruto y sin sentido.  Cuando participen en la celebración eucarística, recibirán la gracia para comprender y perdonar; de hecho, tienen un gran tesoro que ofrecer, junto con Cristo, en memoria de su cruz: el humilde abandono de su pobreza.
En las páginas dolorosas de la vida, los niños suelen estar entre los miembros inocentes, pero no menos implicados. Y también son los niños mayores, que ven desmoronarse sus certezas emocionales durante la adolescencia, y con frecuencia con consecuencias en torno a la viviencia futura de su sueño de amor.
Pero, mis amigos, la esperanza no falla: cada día vemos a nuestro lado los heroicos ejemplos de quellos padres maravillosos, que quedándose solos, ayudan a crecer y educan a sus propios hijos con amor, sabiduría, bondad y dedicación.
Doy las gracias a estos padres y madres que dan un gran ejemplo para todos nosotros. Les doy las gracias, les admiramos y esperamos que nuestras comunidades les presten el apoyo adecuado a sus necesidades.
Al mismo tiempo, quiero recomendar a todos los padres separados no hacer la vida de sus hijos más difícil, privándoles de la presencia y adecuada estima de los otros padres y familias de origen. Los niños tienen la necesidad de ambos progenitores.
De la misma manera que he hablado de la situación de los separados que siguen viviendo solos, también hay quienes han hecho de una nueva unión tras el divorcio. Al pensar en esas personas me gustaría una última pregunta, que está cerca de mi corazón y quiero compartir con ustedes con una gran sinceridad.

¿HAY UN PUESTOS PARA USTED ESTÁ EN LA IGLESIA?
¿Que no hay espacio en la Iglesia, para los cónyuges que viven la separación, el divorcio, una nueva unión? ¿Es cierto que la Iglesia los excluye para siempre de su vida?
Aunque la enseñanza del Papa y los obispos en este ámbito es clara y se ha repetido muchas veces, sin embargo, se suele escuchar esta opinión: "¡la Iglesia ha excomulgado a los divorciados!". Esta opinión está tan arraigada que a menudo la misma pareja en crisis se siente lejos de la vida de la comunidad cristiana, por temor a ser rechazadas o juzgadas.
Quiero seguir siendo fiel a mi hablar con sencillez y sin alargarme, y por lo tanto una vez más el punto crucial de esta reflexión es la palabra de Jesús, que nos invita, como cristianos, a permanecer fieles. En estas palabras encontramos la respuesta a nuestra pregunta.

                                                     CONTINUARÁ...

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