ELOGIO DE LA AMISTAD


Queridos amigos:
Hace años, cuando anotaba aquellas frases que consideraba capaces de interpretar parte de la realidad, un amigo me hizo una indicación que salpica mi presente: “los amigos son como la sangre. Acuden a la herida sin ser llamados”. Es una frase elocuente. Es una verdad incontestable. Y esta semana, la que quiere ser carta, quiere ser, a la vez, un elogio de esa hermosa experiencia que llaman amistad y que evidencia la hechura radical del ser humano: capaz de amor, capaz de amar y ser amado; hecho para el amor.
Quienes no sabemos descubrir el dolor ajeno, no sabemos lo que es la amistad. Quienes no miramos alegres el bien del otro, no sabemos ser amigos de verdad. La amistad es el fenómeno, el hecho, que nos ofrece la evidencia de nuestra identidad. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. No tiene precio ese tesoro. Quien no valora el gesto de un amigo, quien no descubre la sombra de Dios en el amigo, no tendrá más remedio que contentarse con la soledad de su aislamiento. Si pasa, si se acaba, entonces no era amistad, porque la amistad y el amor, si son verdaderos, son oblativos y, por tanto, la ofrenda es siempre incondicionada.
Si pierdo la salud, pierdo algo importante, pero no muero. Si pierdo los bienes, pasaré apuros, pero no muero. Si pierdo el prestigio, sentiré el rechazo, pero no muero. Si pierdo la capacidad de ser amigo, entonces ya estoy muerto. Humanamente muerto.
No olvidemos que un amigo nos domestica. No olvidemos que Dios nos “trata como amigos”.

Con afecto, un amigo.

Comentarios

  1. Estimado amigo Juan Pedro, me has conmovido con el elogio de la amistad, y la foto me ha traído recuerdos de un tiempo que aunque no volverá nunca más mantengo intacto en mi corazón. Gracias.

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