LA ORUGA Y LA HOJA

Queridos amigos:
La naturaleza es sabia. Eso decimos cuando queremos ratificar que el devenir de la realidad tiene una lógica que coincide con el bien general, aunque en lo concreto surja algún padecer. La naturaleza es sabia.
Cuentan que una oruga altanera y prepotente decidió no alimentarse como se alimentaban todas las orugas desde la más lejana antigüedad. Todas comenzaban a mordisquear las puntas de las hojas, aunque el tallo fuera más sabroso. La oruga en cuestión, rebelándose contra las costumbres de la mayoría, comenzó a mordisquear el tallo de la hoja haciendo oídos sordos a todas las que le invitaban a comportarse como siempre y alimentarse de los bordes de las hojas.
¿Qué ocurrió? Pues no lo sabemos exactamente. Sabemos que aquella oruga desapareció en el vacío al caerse la oja de la que se alimentaba que estaba sostenida al tronco precisamente por el sabroso tallo que la prepotente oruga mordisqueaba.
¡Qué lección! Ser original no es alterar el orden de la naturaleza. Las cosas son como son y rebelarse contra la lógica de la realidad es atentar contra el bien de la persona. ¡Cómo nos enseñan las orugas, sabias, y de sacrificado paladar!
Estamos de enhorabuena, porque el Instituto de Teología nos ofrece la próxima semana una jornada sobre el estudio del cerebro humano bajo el título “De la Neurociencia a la Neuroética”. Conozcamos el funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestra mente, para no morder el tallo que nos une a sentido de la vida.

Con afecto, y como siempre, un amigo.

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