La Carta de la Semana (3/11/2016): "LA MUERTE ES FEA"


La semana de los muertos… Nos han invadido y conquistado culturalmente haciéndonos olvidar el sentido verdadero de la vida. El protagonismo lo han dejado de tener los vivos y se lo hemos dejado a los muertos, al susto y al miedo. La sospecha de que todo termina con la muerte y el pánico ante lo inevitable le ha dejado poco espacio a la esperanza de que la vida no termina, transformada por una luz y belleza inaudita. Cuando nos despistamos de la grandeza del Dios de la vida aparece el susto y la ironía con aquello que no nos gusta recordar. Es la fealdad del gusano que aún no es mariposa. Y sin esperanza renunciamos a sus alas y a su vuelo, ahogándonos en la oscuridad de la crisálida.

Estos días he recordado a todos aquellos seres humanos que han dejado la vida natural y que habitan la vida sobrenatural. Los he recordado el primero de noviembre en la Solemnidad de Todos los Santos, y los he recordado el día dos de noviembre en la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. Lo he hecho con la liturgia cristiana que empapa el final de la vida en la Esperanza. Me he sentido invitado a la sorpresa y a la transformación barruntando, en la confianza del testimonio de Jesús, que también yo tendré espacio en la vida eterna. El mes de noviembre es el mes de la Esperanza. Triste vida la que sólo tuviera un horizonte temporal tan estrecho como el que contemplamos a nuestro alrededor. Pero esa tristeza infinita se disuelve en un amor infinito que llena de sentido cada instante de nuestra escasa temporalidad.

La muerte es fea, triste, seca, misteriosamente estrecha… Nos llena de temores y de dudas, de miedos e incertidumbres. Pero hay en mi corazón una resistencia a la angustia y al hastío. Hay un espacio resistente a la desesperanza.

Cuentan que el Demonio se jubiló y puso en venta toda su herramienta. La más gastada estaba colgada de la pared de su taller al final. Nadie la había comprado. Brillaba más la envidia, la lujuria, la soberbia… Pero allí, gastada, vieja y sucia por el uso estaba colgada de un clavo oxidado la desesperanza. Por ella nos conquista el mal para sí y nos limita e incapacidad para el bien.

La desilusión, la desesperanza, la desconfianza… Terribles armas que nos destruyen porque destruyen en nosotros la esperanza. Sin esperanza no hay deseo ni motivación para el esfuerzo. Estamos vendidos y perdidos.

Santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

Comentarios

  1. Irónico pero bello y esclarecedor artículo entorno a la la muerte, D. Juan Pedro. Permítame que disienta del titular, “La muerte es fea”; tal vez lo titulara. “La muerte abre la puerta de la esperanza”, “La muerte no es el final”, “Humanizar la muerte”, que en realidad es lo que usted viene a decir. En cuanto a la jubilación del “diablo” tengo mis serias dudas; dice un amigo migo gallego y además cura un tanto mayor: “O demo anda ceibo” –El diablo anda suelto- ¡Al menos por Galicia! Muchas gracias y un abrazo

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