La Carta de la Semana (23/10/2014): "MANTENIMIENTO PREVENTIVO"


En estos días he estado leyendo artículos relacionados con el mantenimiento integral de edificaciones. He descubierto dos conceptos vinculados a esta acción que pretende que los edificios se conserven en buen estado: el mantenimiento preventivo y el mantenimiento correctivo. El primero se refiere al ejecutado a intervalos predeterminados de acuerdo con unos criterios prescritos y que se destina a reducir la probabilidad de fallo o la degradación del funcionamiento de un determinado elemento constructivo: el mantenimiento “preventivo”. El “correctivo” hace referencia al que se ejecuta después del reconocimiento de una avería y que está destinado a arreglar lo que no funciona.

Para los arquitectos y aparejadores le resultarán muy comunes estas denominaciones. Igual que para los médicos les resulta muy conocido lo de profilaxis y terapia, en relación a prevenir la enfermedad o curar la enfermedad. Sin embargo, a todos nos resulta más fácil recurrir al dicho popular de “vale más prevenir que curar” o a aquel otro de “sarna con gusto no pica” o aquel de “el que busca el mal por su cuenta vaya al infierno a quejarse”. De hecho siempre resultará más barato y evitará no pocos peligros el prevenir que el corregir.

Estas reflexiones me llevaron espontáneamente al reciente susto social que hemos padecido por el contagio de algunos españoles de la enfermedad de moda: el Ébola. Y pensaba que es importante que busquemos remedios, sueros, medicamentos que venzan esta enfermedad, y tantas otras que se transmiten como se transmite el movimiento en una carrera de fichas de dominó. Hay que curar…, pero también hay que prevenir. Y la prevención sitúa nuestra mirada más allá de nuestras fronteras. La prevención está en hacer que desaparezca -o disminuya, al menos- el subdesarrollo social en los países que, pagando su deuda impagable, nos posibilitan ser calificados de primer mundo.

Y algunos de los nuestros, incluso, llegaron a cuestionar la posibilidad de ceder un trozo de un aeropuerto canario para que aviones, con recursos para que esta lucha sin cuartel, se avituallaran. Si no evitamos las pulgas, no nos quejemos por lo que nos pica…

Al tercer mundo sólo lo miramos cuando necesitamos fuentes de energía, materias prima o cuando, porque la desgracia se ceba en ellos, alguna enfermedad se atreve a cruzar nuestras fronteras sin ser invitada.

Hace falta mucho mantenimiento preventivo en este mundo.

Si hubiera sólo un mundo…

Comentarios

  1. Qué razón tienen, D. Juan Pedro, “¡si hubiera un solo mundo!”… Pregunta que me hago desde muy joven. Y que anoche, nos la volvíamos hacer Mamen y yo después de ver la película “Las Nieves del Kilimanjaro” de Henry King (1952. Tal vez el mayor “mantenimiento preventivo” sea: la caridad, la justicia social y hacer las cosas bien (sin chapuzas) –como Dios manda, diría mi madre-. Hemos de preguntarnos, ¿Y, nosotros qué hacemos o qué podemos hacer? “Siempre se puede hacer un poco más” Juan Pablo II. Muchas gracias y un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario