«MECANO: CHARLAS Y PREGONES»


Estamos envueltos en estos eventos que anuncian y preparan la celebración de la Semana Santa en tantos rincones de nuestra geografía. Los cristianos celebramos el primer domingo posterior a la luna llena de Primavera la Solemnidad de la Resurrección del Jesucristo. Este es el motivo de la Cuaresma, de las charlas, de los pregones, de la limpieza de enseres de cofradías y hermandades, que sacan, año tras año, imágenes de Pasión a las calles para gritar con ellas que Jesús padeció en nuestro lugar, murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra salvación. La vida tiene sentido porque camina en dirección a la Vida en mayúscula. Y ese sentido no lo hemos alcanzado, lo hemos acogido como un don que nos sorprende y sobrecoge.

Cómo recuerdo aquella letra de la canción JC de Mecano: “Pasabas por allí, no sé bien / que vibró dentro de mí / y sin pensar me fui detrás de ti. / La luna en tu melena me ayudó a / seguir tus pasos por la acera. / Pero al doblar la esquina del bazar / no se como te perdí. / En plena confusión escuché / dentro de mi corazón / como una voz marcando la señal; / iba diciendo y me va diciendo: / Tú, tú y yo, tú y yo, tú y yo”

¡Cuántas personas andando por la acera reciben una llamada silenciosa del Cristo crucificado en la cruz! Por eso vale la pena pregonar y animar la reflexión en estos días previos de la Semana Santa. Tal vez alguien, sin pretenderlo, como de esa manera anónima, sea capaz de contemplar: “Colgado de los palos y amarrado / por los pies y por las manos / me pregunté ¿quién lo pudo hacer? / Trepé por la madera y aparté / de tu cara la melena y te besé. / Tres palabras rotas escapaban de tus labios: / Tú, tú y yo, tú y yo, tú y yo.”

Esa es la experiencia definitiva. Sin lograr que la relación se abaje del ámbito de las ideas y asuma la carne y la sangre de la experiencia definitiva un tú y de un yo, la Semana Santa acontecerá como acontecen los sucesos anodinos que pasan y no dejan huella alguna. Hasta que no nos gane San Pablo la afirmación definitiva: “Fue por mí; porque me ama”, todo es mera teoría, cuando mejor. Solo en la relación personal con ese tú mayúsculo y amoroso cobra sentido la Semana Santa.

Dios quiera que las charlas cuaresmales, los pregones, exposiciones y conciertos preparatorios de estos días nos alcances el espacio de la experiencia personal. Ojalá que nos tatúen su nombre en nuestra piel. Eso bastará para que pase de ser un mero acontecimiento a un kairós, una suerte de evento significativos para el sentido de la vida. Que el eco de los pregones resuenen en el alma, despojándola de la rutina y el tedio. Que las charlas cuaresmales, como semillas de mostaza, germinen en el corazón, transformando la aridez en tierra fértil. Que la Semana Santa, como pincelada divina, pinte en el lienzo de nuestras vidas un nuevo horizonte, donde la esperanza venza al desaliento y el amor disipe las sombras. Que el encuentro con el Tú de Aquél, como melodía celestial, nos arrebate de la mediocridad y nos eleve a la plenitud. Que la experiencia de ese encuentro, como fuego purificador, nos transforme en testigos de la Resurrección, irradiando la luz de Cristo en cada paso de nuestro camino.

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