En el jardín del Seminario está la imagen de San José. El esposo de María, de la cual nació Jesús, el Cristo. Haga sol o llueva, allí está él, erguido sobre su columna. Y, allí estábamos el pasado lunes, esperando la rueda de prensa convocada por el Administrador Diocesano. Con él, el Patrón de la Iglesia universal, con San José, esperábamos se hiciera público lo que la Santa Sede nos tenía reservado. Siempre hay cierto nivel de inquietud ante lo desconocido, pero esa inquietud camina en paralelo a cierto nivel de confianza: porque Dios se cuida de nosotros y, al que cree, todo le sirve para el bien (Rm 8, 28). Igual que Benedicto XVI al oficializar su dimisión nos recordaba e invitaba a la confianza porque la barca de la Iglesia la lleva el Señor, con San José esperábamos llenos de la misma confianza: porque la barca de esta Iglesia particular también es obra del Señor. Con esa confianza, acogemos al que viene en el nombre del Señor.
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