La Carta de la Semana (8/6/2018): "MIEDO A LA TRASCENDENCIA"

Nadie debe sentirse obligado a realizar un público reconocimiento de la realidad divina si su conciencia se lo impide, por supuesto. Por ello, si D. Pedro Sánchez no considera que debe jurar el cargo, o siquiera prometerlo delante de signos religiosos, que no lo haga. No nos debe preocupar ni debemos dejar de respetar la libertad y la conciencia individual de cada una de las personas. Una sana laicidad admite esta posibilidad, y la contraria, desde el respeto a la libertad que nos garantiza a todos los españoles nuestra Constitución. Jure o prometa, lo importante es que respete el texto constitucional y sirva como presidente del Gobierno a todos los españoles, sean creyentes o no lo sean, respetando también, en su caso, nuestra libertad de conciencia y religiosa.

Lo que no debiera haber en nadie es miedo a Dios. Miedo a la trascendencia. Esa sutil sensación de que la religión no es buena, que la fe no humaniza, que la trascendencia es un impedimento a la libertad y no una verdadera plataforma de civismo y solidaridad. Por ello, con el debido respeto, por la presente, aunque él no la lea, me gustaría dirigirle esta nota a nuestro Presidente:

«Mi muy estimado Sr. Presidentes:

Le digo lo que considero que es la verdad. Vd. es nuestro Presidente. Así lo acojo y acepto. Es una actitud democrática que todos debemos tener hacia Vd. cualquiera que sea el partido político del que provenga. Cuando ha aceptado Vd. la designación del Congreso de los diputados, es nuestro Presidente, cualquiera que sea nuestra ideología y nuestras creencias. 

Permítame que le dé un consejo. Ya sé que tiene otros asesores, y muy buenos. Pero de mi parte un pequeño consejo. No le tenga miedo ni a Dios ni a los creyentes en Cristo. Él nos ha enseñado a los cristianos a aceptar a las autoridades legítimas y a obedecerles. Él nos ha enseñado a darle a César lo que le corresponde. No tenga miedo, porque además de creyentes, somos ciudadanos. Y pedimos a Dios por el éxito de su gestión. 

Dios está a favor del ser humano. No es un competidor, sino un auxilio, una ayuda, una gracia. Reconocer su presencia no nos quita nada, sino que nos lo da todo. Creer en Dios nos ayuda a acoger al prójimo con amor y con generosa solidaridad. Creer en Dios nos coloca a favor de las personas. Por eso, aunque no sea creyente, reconozca ese intangible social que humaniza la convivencia y contribuye al bien comun. La fe.

Señor, concede a nuestro Presidente capacidad para distinguir el bien del mal, luz para descubrir el camino del bien y fuerza para llevarlo a término entre nosotros. Amén.»


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