
No son pocos los que, en un momento de especial intensidad vital, miran al cielo y se preguntan dónde está Dios. Y si está, porqué parece permanecer silencioso y quieto ante nuestros infortunios y lamentos. Él está donde dijo que estaría. Y si abrimos el capítulo 25 del evangelio de Mateo, escucharemos de sus mismos labios los ámbitos de su presencia. Prometió estar con nosotros todos los días, siempre. Y cuando alguien tiene hambre, sed, está solo o en necesidad, la carne de Jesús se nos hace sacramento. Una presencia real. No una virtual presencia simbólica que estimula nuestra solidaridad. No. Una presencia real. Tan real como en la Eucaristía que pasa sobre las flores y arenas estos días.
Por lo que digo es por lo que considero que la mejor y más creativa alfombra del Corpus Christi es la que entre todos elaboramos año tras año y que Caritas de Tenerife nos ofrece en su memoria anual presentada sobre el mes de mayo del año siguiente. Una alfombra para el cuerpo de Jesús que late en los hermanos. Una bella alfombra de incalculable valor. ¿Quién es Caritas? Tú y yo. Caritas somos todos los fieles cristianos que de manera inofensivamente anónima sostenemos su labor con nuestra oración y colaboración. Artesanos de una alfombra que debería ser innecesaria, pero que sigue estando en las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Flores y un rojo corazón. A los pies de Cristo vivo en los hermanos. Testimonio agradecido de su presencia divina en nuestra tierra. En los sagrarios y en los pobres. Un artesanal discurso que hace creíble el mensaje.
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