La Carta de la Semana (09/04/2015): "PAREN EL MUNDO, QUE ME BAJO…"


No sé qué mano selecciona las noticias que vemos en TV o escuchamos en radio, o leemos en presa. Sinceramente no lo sé; pero deberían tomar nota de algunas realidades que ocurren en el mundo y que son terribles noticias. Y, adormecidos por no sé qué narcótica situación vital, ni prestamos atención, ni se prevé que se tome en serio la atormentada existencia de tantos hombres y mujeres. Sólo cuando el Ébola llama a nuestra puerta la preocupada solidaridad se despierta, pero dura el tiempo suficiente para dar paso a la sección de deportes o a la previsión meteorológica. ¿Dónde está la ONU? ¿Dónde el orgullo de haber alcanzado la certeza de unos Derechos Humanos declarados?

Se estima que en algún lugar del mundo, un cristiano es asesinado por su fe cada cinco minutos todos los días. O sea, que el 80 % de las persecuciones religiosas en todo el mundo son contra los cristianos. O dicho de otra manera, el 65% de todos los mártires cristianos en la historia fueron asesinados en el siglo XX. El Informe del Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life se afirma que las restricciones a las creencias y prácticas religiosas aumentaron entre mediados de 2006 y mediados de 2009 en 23 de los 198 países del mundo (12%), y descendió en 12 países (6%). Durante la Semana Santa 150 alumnos de una universidad de Kenia -tantos como los que murieron en el terrible accidente aéreo en los Alpes franceses- fueron asesinados sólo y exclusivamente por su condición de cristianos.

Todo esto ¿sería noticia si en lugar de tratarse de hombres y mujeres creyentes en Cristo fueran asesinados por cualquier otra opción personal de vida? ¿Qué nos está pasando? ¿Ya no creemos que toda persona tenga derecho a la libertad de credo, de conciencia, o a la libertad religiosa?

No sé qué mano selecciona las noticias, pero sí sé que los países del orgulloso primer mundo siguen haciendo negocios, camuflados bajo la forma de ayuda internacional, con esos países que nos respetan los postulados básicos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿Y nos decimos demócratas?

Si no fuera porque vivo en la certeza de que la esperanza y la vida tiene la última palabra en la historia de la humanidad, en estos momentos gritaría como Mafalda: “Paren el mundo, por favor, que me bajo ahora mismo”. 

¿A qué estamos esperando?

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