Desde la Palabra (08/03/2015): "EL CUERPO DE JESÚS"

El cuerpo de Jesús. Es nuestro templo, el lugar del encuentro con Dios. El cuerpo de Jesús es el nuevo y definitivo templo en el que habita la plenitud de la divinidad. Esta es la verdad de nuestra fe. Por eso, cuando termina la consagración eucarística y el sacerdote hace la genuflexión ante el altar dice: “Este es el Sacramento de nuestra fe”. El sacrificio, la presencia y el banquete eucarístico es nuestra fe, porque en él nos encontramos con la divinidad. Donde quiera que se celebre la eucaristía, habitamos el templo de la presencia verdadera de Dios.
Este domingo de cuaresma recibimos una importante enseñanza que nos ayudará a reconocer el verdadero valor que tienen las cosas. Cristo es el nuevo culto a Dios. Como fue prescrito en el AT, ahora ha sido establecido definitivamente. Cristo es nuestra fe. Nuestro culto. Nuestro templo. Lo demás no tiene la misma importancia en nuestra relación con Dios. Todo lo demás lo estimo basura en comparación de Cristo, nuestro Señor, como nos decía san Pablo. Y Cristo crucificado. Fuerza de Dios. 

La pregunta: “¿Dónde podemos encontrarnos con Dios? La respuesta: En Jesús. 

Las consecuencias: Él es el nuevo y definitivo templo de la divinidad. Quien quiera encontrar a Dios, ha de encontrarse con Cristo. El cuerpo de Jesús, nacido de María, muerto en cruz y sepultado; que resucitó por la fuerza del Espíritu el primer día de la pascua, ese cuerpo es el lugar del encuentro con Dios.

Por eso venimos a celebrar la Eucaristía: y a recibir el cuerpo de Jesús en la comunión. Más que recibirlo nosotros a Él, es Él el que nos recibe a nosotros. Entramos a formar parte de su cuerpo que es la Iglesia en este sacramento de comunión. ¡Qué misterio, hermanos! ¡Qé dicha conocer este misterio y vivirlo en la gracia!

En este camino cuaresmal, esta certeza es fundamental. Nos ayuda a renovar nuestra identidad bautismal, nos ayuda a vivir el gozo de la misericordia y del perdón;: nos ayuda a prepararnos para celebrar la pascua del Señor.

Hemos sido sorprendidos por el misterio de la Encarnación.

La cruz de Jesucristo es nuestra Salvación.

La Eucaristía que celebremos es el modo de entrar en el nuevo templo del cuerpo de Jesús.

Ayúdanos Jesús a vivir con profundidad este misterio central de nuestra fe.

Santa María, Virgen de la Encarnación. Ruega por nosotros.

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