Desde la Palabra (19/10/2014): “CONTAD SUS MARAVILLAS A TODAS LAS NACIONES”

El Salmo 95 resume con claridad el contenido del Día del Domund que hoy se celebra en toda la Iglesia. Es una invitación a contarles a todos las maravillas de Dios, contarle a todas las naciones la gloria de Dios: “Contad a los pueblos su gloria; sus maravillas a todas las naciones” (Sal 95). Este domingo, domingo mundial de la misiones (DOMUND), todos estamos invitados a rezar por los misioneros y a colaborar con la propagación de la fe a través de la ayuda económica, de nuestra colaboración en la colecta de este domingo.

¿Qué cosas contamos? ¿Qué contamos a nuestros amigos? ¿De qué hablamos? Hablamos de lo que llevamos dentro, de lo que nos preocupa o de lo que nos alegra. ¿Qué cosas nos alegra, hermanos? ¿Dios es causa de nuestra alegría? ¿La vida cristiana, nuestra condición de discípulos de Jesús es una alegría? ¿Nos gustaría que esa alegría se contara en todas las naciones? Estas preguntas aparecen con evidencia en esta celebración. “Contad a los pueblos su gloria; sus maravillas a todas las naciones” (Sal 95)

En la primera lectura, a través del profeta Isaías, Dios revela a Ciro, un rey extranjero, pagano, un secreto extraordinario: “(…) fuera de mí, no hay dios”. Los dioses pequeños, de cada pueblo, por los que en ocasiones se despiertan discordias y rivalidades, no son nada, no existen. Sólo hay un Dios, creador del Cielo y de la Tierra que ama a los seres humanos con infinito amor, que eligió a Israel como el pueblo de la promesa. Ciro percibió esa realidad y dejó regresar a Israel a su tierra.

Descubrir que no estamos solos en la existencia, es un regalo. Descubrir que no somos el resultado de una combinación de factores que por azar han dado como resultado evolutivo lo que somos es un regalo. Descubrir que hemos sido eternamente pensados, cada uno de nosotros, y que existe una ilusión personal y peculiar por cada uno de nosotros, es un regalo. Saber que Dios existe y que nos ha configurado a su imagen y semejanza, con delicadeza de padre, es un verdadero regalo. Y esto es tan importante, es tan necesario, que lo deben conocer todas las naciones. “Contad a los pueblos su gloria; sus maravillas a todas las naciones” (Sal 95).

En la segunda lectura le escuchamos a San Pablo decirle a los tesalonicenses que “(…) cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda”. Porque la plenitud de los tiempos ha hecho que del pueblo de Israel, el pueblo de la primera alianza, surgiera Cristo, el Señor, que selló con su sangra la Nueva y definitiva Alianza. Ese es el Evangelio que se proclama desde la época de los apóstoles. Cristo es la puerta de la Salvación, el Camino, la Verdad y la Vida; el Señor del tiempo, que nos prepara lugar en Dios dándonos su Espíritu y ofreciéndonos la comunión con Él. Vivir en Dios; ser en Dios; habitar en Dios. Por Cristo. Este evangelio es el que se proclama a través de los misioneros y, por la fuerza del Espíritu Santo, despierta la convicción profunda.

Hemos de contar las maravillas de Dios, que nos ha contado Jesús, a todas las naciones; empezando por los más cercanos a nosotros. Ser testigos de lo que Dios ha hecho por nosotros. No tengamos vergüenza ni nos encajamos a la hora de dar testimonio de Jesús. Démosle al Cesar lo que es del Cesar, pero démosle a Dios lo que es de Dios. De Dios es nuestro agradecimiento y nuestra respuesta.

Jesús, que nos has salvado, que nos has hecho hijos de Dios por su Muerte y Resurrección. Jesús, que nos has perdonado, que nos has prometido la salvación y la vida eterna. Jesús, que estás siempre con nosotros hasta el final de los tiempos. Que nos llenas de gozo y alegría. Concédenos la gracias de hablar bien de ti; de contar a todas las naciones tu salvación. Ayuda a quienes se han consagrado a esta labor; ayuda a los misioneros.

SANTA MARÍA, MADRE Y REINA DE LOS MISIONEROS.

Comentarios

  1. Suele acabar frecuentemente cada homilía con una invocación a santa María. Ella es nuestro modelo y la que nos lleva a Jesús. ¡¡Felicidades por sus palabras que son Vida!! Miguel, de Sto. Domingo.

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