¿QUÉ HACEMOS CON LOS DIVORCIADOS?

FAMILIAS EN SITUACIÓN DE DIFICULTAD

Así se titula el Capítulo IV de Familiaris Consortio. Y son dignas de escuchar y repetir, una y otra vez, aquellas palabras del Papa Juan Pablo II: Es necesario un empeño pastoral todavía más generoso, inteligente y prudente, a ejemplo del Buen Pastor, hacia aquellas familias que —a menudo e independientemente de la propia voluntad, o apremiados por otras exigencias de distinta naturaleza— tienen que afrontar situaciones objetivamente difíciles”. (FC. 77) Y de estas palabras hace ya 28 años.

La Iglesia no abandona a sus hijos. No lo puede hacer. Ha de exponer la verdad del Evangelio, pero no puede olvidar que tiene una acción pastoral que realizar con aquellos que viven en aquellas situaciones irregulares que la Familiaris Consortio expone entre los números 79 y 84.

Cada caso es, sin duda, peculiar y ha de ser tratado con delicadeza pastoral. Incluso en los casos más complicados, la de los divorciados casados de nuevo, tenemos, en fidelidad al documento pontificio que hemos citado, mucho que hacer. ¡Cómo resuenan las palabras del Papa! “La Iglesia, en efecto, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes —unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental— han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación.” (FC. 84)

¿Y qué tenemos que hacer? “(…) el Sínodo exhortó vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza. (…) La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.”

¿Lo estamos haciendo? Hace ya más de 10 años que nos decía el I Sínodo Nivariense en su constitución nº 672: Que en las parroquias se ofrezca a las parejas en conflicto un serivcio de orientación que -desde el Evangelio- les ayude a conocer y a superar su situación. Asimismo, que se promueva la posible participación en la vida de la Iglesia de los matrimonios en conflicto y se ayude a que los divorciados no se consideren separados de la Iglesia. (FC. 84)”.

Que no se diga que 28 años después, la Diócesis de Tenerife sigue sin hacer caso a la invitación de Juan Pablo II. La Iglesia no abandona a sus hijos.

Estar divorciado no es estar excomulgado.

Comentarios

  1. Que lástima que esta información no llegue a quien verdaderamente la necesita, he visto llorar a gente en situaciones de divorciad@s diciendo : - cuando entro a la iglesia me siento como si fuese repudiad@ o vigilad@ porque me siento diferente. Los conceptos de una gran mayoría de gente sobre la aceptación de Dios sobre las debilidades o circusntancias que vivien sus hijos en la Tierra va más allá del puro desconocimiento . A mi me enseñaron que Dios me querrá siempre pero tengo aceptar también que Dios nos enseña un camino que nos lleva a la plena felicidad pero debo de entender que este camino no siempre está adornado con las mejores flores; yo tengo que sembrar parte de esas semillas que con el rocío de la Fe harán que sean grandiosas . Un saludo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario