«LAS PUERTAS SANTAS»


Uno de mis formadores en el Seminario solía decir que “las puertas se han hecho para estar cerradas”. Lo repetía con tenacidad e insistencia porque le afectaban las corrientes de aire que se producían en aquellos largos pasillos. Lo remedábamos imitando aquello de “esa puerta…”. Ciertamente, si un hueco en una pared se quisiera mantener abierto, nadie gastaría dinero en instalar una puerta que tiene sentido para permitir el paso sin que quede abierto la oquedad. Las puertas son para pasar, no para dejarlas abiertas. Esa era su postura. También se instalan las puertas para limitar el acceso, para proteger aquello que está en el interior, para defender la propio de lo ajeno. Se trata de una finalidad limitativa que proclama que “de aquí para allá, es lo mío, y solo los míos pueden pasar”. Y los míos son los que tienen la llave de la puerta. Pasar, atravesar la pared, se puede hacer, pero solo quienes están autorizados para ello. 

El dia de la Navidad, en Roma, Francisco abrió solemnemente la Puerta Santa del Jubileo con motivo de 2025 aniversario de su nacimiento. Ayer en nuestra Diócesis Nivariense, en la Catedral de La Laguna, se abrío la Puerta Santa Diocesana. Como nuestra provincia y diócesis tiene cuatro islas, con buen criterio se abrirán cuatro templos con cuatro puerta santa para ganar la indulgencia jubilar. Abrir puertas es el símbolo que inaugura el Año Jubilar 2025. A diferencia de las de mi formador, esta puerta se abre para que quede abierta. Una puerta que existe para que esté siempre abierta. Porque la corriente que genera no es dañina, todo lo contrario, es fuente de salud espiritual, de salvación. 

Aún así, las peores puertas cerradas que existen no están en las estructuras materiales de las edificaciones, sino es nuestro mundo interior. No hay nada peor que tener cerrada la mente o el corazón. Esas puertas cerradas, paradójicamente, sí que generan corriente y múltiples enfermedades. Sirviéndome de esta simbólica y evocadora referencia, bien valdría que la gracias jubilar del año 2025 sirviera para que se abrieran de par en par las puertas de tantas mentes y de tantos corazones. 

Una mente cerrada se refiere a una actitud mental rígida e inflexible que se caracteriza por una resistencia al cambio, a la novedad y reconocer perspectivas diferentes. Las personas con una mente cerrada suelen aferrarse a sus opiniones preconcebidas, sin estar dispuestas a considerar puntos de vista alternativos o a cuestionar sus propias suposiciones. Esta rigidez mental puede manifestarse en una intolerancia hacia la diversidad, una dificultad para adaptarse a nuevas situaciones y una tendencia a juzgar a los demás en función de sus propias consideraciones. Una mente cerrada es aquella que se cierra a nuevas experiencias y conocimientos, limitando así su propio crecimiento y desarrollo. 

Un corazón cerrado, por otra parte, se suele referir a un estado emocional en el que una persona se muestra reticente a conectar con los demás a un nivel profundo. Es como levantar un muro invisible que impide que otros penetren en sus emociones y experiencias. Un corazón cerrado puede manifestarse a través de una actitud distante, fría o indiferente hacia los demás. Las personas con el corazón cerrado suelen tener dificultades para confiar en los demás, establecer relaciones significativas y expresar sus sentimientos. Esta actitud puede ser el resultado de heridas emocionales del pasado, o por miedo al rechazo o por una necesidad de autoprotección. 

Esta cerrazón de mente y de corazón nos puede ocurrir a todos y nos puede ocurrir en diferentes ámbitos de nuestra vida. Incluso en el especial ámbito espiritual o religioso podemos andar con la mente y con el corazón cerrados. Pues, en el año 2025, bien valdrían abrir esas puertas, a la vez que se abren y entramos por el gozo jubilar de la gracia. 

Yo me apunto.

Comentarios

  1. Un maravilloso escrito. Ciertamente muchos estamos "cerrados" con candado a un cambio en nuestra visión de los que nos rodean y/o en algún momento nos han herido. De esta manera sufrimos terriblemente y hacemos sufrir a los que amamos. Abrir nuestras puertas al corazón de todos los que forman nuestro mundo, bien familiar, de amigos, colegas...traería tanta paz, tanto bien, tanta salud incluso.

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