¿Alguien no ha tenido la suerte de encontrarse un establecimiento cerrado con este cartel? Estar de inventario, haciendo un análisis de los recursos concretos que se tienen en fondo y valorando las necesidades reales que se tienen. Es necesario hacer, de vez en cuando, un análisis de la situación real de las instituciones. Pronto, después del Carnaval, algunos vamos a colocarnos en estado de inventario.
El próximo 14 de febrero, con el miércoles de Ceniza, comenzamos la Cuaresma. Un tiempo de revsión penitencial de la situación real en la que se encuentra nuestra persona. Es bueno revisar cómo estamos, dónde deberíamos estar y, sobre todo, de qué manera gestionar la mejora. Hace falta inventariar la realidad de lo que somos. En el almacén de nuestra existencia, la Cuaresma se asemeja a un meticuloso periodo de inventariado. Con la llegada de este tiempo abrimos las puertas del depósito de nuestra alma, iluminando rincones oscuros que han permanecido ocultos durante algún tiempo. Imagina cada día de Cuaresma como una jornada dedicada a examinar minuciosamente las estanterías de nuestra vida. Allí, entre los productos de nuestras decisiones y acciones, encontramos experiencias caducas y otros elementos que han perdido su valor con el paso del tiempo.
Primero, observamos las cajas etiquetadas con "Relaciones Personales". Al abrirlas, revisamos cada conexión emocional, evaluando si las amistades han florecido con amor genuino o si se han desgastado por malentendidos y descuidos. ¿Hemos sido diligentes en nutrir esos lazos o hemos dejado que se acumule el polvo en el olvido? Luego, nos dirigimos a los estantes llenos de "Tiempo Malgastado". Aquí, enfrentamos nuestras distracciones y hábitos improductivos. Al mirar cada minuto desperdiciado, nos preguntamos si podríamos haberlo invertido de manera más sabia, cultivando nuestras habilidades, aprendiendo algo nuevo o simplemente disfrutando del regalo de la existencia.
En la sección de "Palabras Pronunciadas", revisamos cada conversación, recordando las expresiones de amor, compasión o crítica que hemos compartido. ¿Nuestras palabras han construido puentes o han erigido barreras? ¿Hemos utilizado nuestro lenguaje para sanar heridas o para infligir dolor? Después, nos adentramos en el almacén escondido de "Pensamientos No Resueltos". Aquí, encontramos cajas selladas con preocupaciones no abordadas y deseos no cumplidos. Al abrir estas cajas, nos enfrentamos a la verdad de nuestras esperanzas y temores, buscando la claridad necesaria para liberar espacio en nuestras vidas.
La Cuaresma, entonces, se convierte en un proceso de discernimiento, una oportunidad para reorganizar el desorden de nuestras acciones y emociones. A medida que revisamos cada artículo de nuestro inventario espiritual, recordamos que este ejercicio no es un castigo, sino una invitación a la renovación. Al final del inventario cuaresmal, estamos mejor equipados para eliminar lo superfluo y conservar lo esencial. Aprendemos a valorar la calidad sobre la cantidad, la conexión sobre la distancia, y la gratitud sobre la queja. En este periodo de reflexión, nuestro almacén personal se transforma en un espacio ordenado y renovado, listo para recibir la abundancia que la vida y el amor divino tienen reservados para nosotros.
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